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Tomás Cuello, de la tribuna a la cancha, con la celeste y blanca en la piel

ORGULLO DECANO

Tiene 17 años, es fanático de Atlético Tucumán, y el domingo pasado cumplió el sueño de miles de chicos: debutó en la primera del equipo de sus amores.




La pasión por Atlético es algo que está en el ADN de la familia Cuello. En la década del 60, el abuelo Demetrio jugó en el "Deca". Aunque a papá Sergio también le hubiese gustado hacerlo, no tuvo las mismas oportunidades, o la misma suerte. Sus herederos, sin embargo, siguieron sus pasos.




Actualmente, Ignacio la rompe en la categoría 2004, y Tomás, que hasta hace poco era “el changuito que la descocía en la categoría 2000”, pasó a ser parte del plantel de primera, firmó su primer contrato y, desde este domingo, es el primer jugador nacido en este milenio en debutar en la máxima categoría del fútbol argentino.


"Llegué al club en 2011, tenía 11 años. Hice escuelita, inferiores, me subieron a Reserva y después me subieron a primera", cuenta "Tomy", que en 2014 fue parte de una historia muy particular. Con los ojos grandes de asombro y emoción, visitó a sus ídolos después de un entrenamiento, y les pidió una foto. Hoy, ellos son sus compañeros.




“Hubo un tiempo en el que lloraba para que mi papá me lleve a la cancha a ver al ‘Deca’, era una época en la que al equipo no se le daban los resultados y para nosotros eran tiempos difíciles, por ahí no teníamos la plata para las entradas, pero hacíamos hasta lo imposible para ir”, recuerda el crack. “Mis ídolos eran el Pulga, (César) Montiglio porque jugaba en mi puesto, y me gustaban muchos jugadores con los que ahora estoy compartiendo el plantel. Me saqué fotos hace tres años atrás con mis ídolos y ahora vivo el día a día con ellos”.




Desde que se inscribió en el club hasta el día de su debut en primera, Tomás no faltó a ninguna práctica, de ninguna categoría. “Como sea, él tenía que llegar y estar”, cuenta el papá. “Hay mucha gente que nos ayudó, amigos y familiares que lo buscaban para llevarlo o retirarlo o que se las ingeniaban para darnos una mano. La verdad es que no tengo un trabajo estable, soy albañil y hay momentos en los que no hay obras para hacer, o lluvias que te paralizan todo y estás sin trabajar y por lo tanto sin cobrar, pero pese a todo eso ‘Tomy’ estuvo siempre en los entrenamientos, los viajes y los partidos”, recuerda Sergio.


La experiencia en la selección


Además de subir de reserva a primera, 2016 tiene otro recuerdo imborrable para Tomás. Un día, después de una práctica, el teléfono explotó de mensajes. Miguel Micó, entrenador del seleccionado argentino sub 17, lo había incluido en la lista de convocados para el combinado nacional, y las felicitaciones se multiplicaron en su celular. “No sabía nada, salí de entrenar como todos los días y cuando vi el teléfono me enteré. Me tocó vivir dos semanas muy lindas en las que compartí, hice amigos y aprendí mucho en un lugar donde las instalaciones son de otro nivel”, comenta (estuvo en el predio de AFA en Ezeiza).




Sin embargo, a la hora de elegir, lo tiene claro y se queda con lo del domingo en el José Fierro. “Después del debut, lo de la selección es lo más lindo que me tocó vivir como futbolista”, prioriza, y sueña, “espero volver algún día”. Su edad ya no le permite ser sub 17, por lo que tendrá que aspirar a la sub 20 o, por qué no, a la mayor.


Una decisión clave


Desde hace cuatro años, las divisiones inferiores del Club Atlético Tucumán compiten en los certámenes de juveniles de AFA, algo que le permite a decenas de chicos tener un roce y una preparación distinta a la que estábamos acostumbrados en la provincia. Una experiencia mucho más cercana a la realidad con la que podrían toparse llegando a primera.


La categoría de Tomás, la 2000, fue la primera en comenzar a participar en estos certámenes, y su llegada al primer equipo es parte de algo con lo que sueñan en 25 de mayo y Chile. El proyecto, pensado a largo plazo, es poder nutrir al plantel profesional con jugadores surgidos en la cantera.


“A los chicos de mi categoría les tocó entrar justo cuando empezó Atlético a participar en AFA, la verdad que fue lindo poder compartir viajes, concentraciones, partidos. A medida que iban pasando los años iban sumándose más chicos, íbamos haciendo más amigos y formando un grupo lindo”, dispara “Tomy”.


En el camino se encontró con el profe Jorge Artero, un DT que lo marcó. “Para mí siempre va a ser como un papá dentro del club, era el que nos aconsejaba y nos enseñaba siempre, y compartimos momentos muy malos y también muy buenos. Creo que compartía más tiempo con nosotros que con la familia”.


El debut virtual


Con Atlético jugando en Primera, el club, el equipo y sus jugadores ingresaron también al novedoso mundo de los videojuegos de fútbol, y Cuello está entre los futbolistas animados que pueden elegirse para jugar en el FIFA o el PES. “Me enteré por las redes sociales que estaba, y ahí nomás armé un partido con mi hermano para probar”, cuenta. La pregunta sale de cajón, “¿y qué tal es el Cuello de la Play?”, y la respuesta es contundente y dispara las carcajadas de todos: “es malísimo”.


El gran día


En el fútbol argentino, los torneos de verano son el escenario en el que muchos chicos hacen sus primeros minutos, y eso fue lo que pasó con Tomás. Sin embargo, después comenzó la competencia oficial y para él llegó el momento de remarla de nuevo.


Cuando Pablo Lavallén dio la lista de concentrados para ir a Cochabamba, su nombre apareció por primera vez. Ese día estuvo en el banco, y desde allí sufrió con la derrota (fue 2 a 1 para el equipo boliviano), pero rápidamente tuvo revancha. Fue convocado nuevamente para jugar en el torneo local, ante San Lorenzo, y cuando iban 30 minutos del segundo tiempo, entró por Leandro González.


“En los días previos estuve un poco ansioso esperando que llegue el domingo y que sea la hora del partido, pero también estaba tranquilo, tratando de hablar con mi papá, saber cómo estaban en la casa y conversar de otras cosas para olvidarme un poco y tratar de disfrutar el momento”, se sincera.


Pero llegó el momento más importante. “Estaba calentando junto a mis compañeros, y el DT me llamó para decirme que iba a entrar”, recuerda. Le dio algunas indicaciones tácticas, unas palabras de aliento, y a la cancha.


Las crónicas de partido indican que se ganó una amarilla por ir con la pierna fuerte, y que tuvo en sus pies el 2 a 0, pero que Néstor Ortigoza le bloqueó el tiro. “Trato de aprender mucho de mis compañeros, la verdad que los chicos me aconsejan mucho, los más grandes están siempre atentos de nosotros, es un grupo muy unido, con mucha humildad y se trabaja muy bien”, destaca.




Mientras él cumplía su sueño, para la familia todo era emoción y nostalgia. Mamá Vanesa recuerda a su madre, la abuela de Tomás. “Ella siempre le decía que iba a llegar, y que iba a ser un gran jugador, y poder estar ahí viendo que sus palabras se hacían realidad fue algo hermoso”. Junto a ella, pegados al vidrio, estaban Ignacio y Lucía, los hermanitos más pequeños, y también Sergio, que no pudo contener el llanto en un momento que quedó inmortalizado en una secuencia de fotos que ponen la piel de gallina.


Concretada la victoria ante San Lorenzo, Tomás se acercó a saludar a su familia. Como en una escena de película, con su papá juntaron sus manos con el vidrio de por medio. Después, él se alejó para reunirse con sus compañeros y celebrar, pero las lágrimas ya brotaban por su mejilla y, también por las de su viejo, que veía como se cumplía el primer gran sueño de ‘Tomy’. Ahora, que se vengan muchos más.