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Sofía, la pequeña patriota tucumana que visita todos los días la Casa Histórica

Historias de acá

Llueva, truene o haga calor, Sofía González Gut tiene asistencia perfecta en el museo. La niña de sólo tres años recorre de lunes a viernes el sitio histórico y se entristece cuando no puede hacerlo. Una visita al emblema histórico de los tucumanos en la mirada fascinada de esta pequeña patriota.

Sofía, una niña enamorada de la Casa Histórica.





Es el símbolo de las rotas cadenas, de la gesta de un grupo de patriotas que soñaron con una nación independiente, de todo eso que solemos llamar patria. En el corazón de la ciudad, con su antiguo portal barroco y sus puertas azules, la casa de Francisca Bazán de Laguna donde se declaró la independencia argentina el 9 de julio de 1816 nos interpela a todos los tucumanos, todos los días. De hecho, por acá nos ofendemos cada vez que algún foráneo la nombra con el diminutivo. Nos apuramos en corregirlos: no es la casita de Tucumán, es la Casa Histórica de la Independencia; el museo que representa el nacimiento de nación. Pero cada cuánto visitamos ese templo de la patria. Son muchos los tucumanos que, concentrados en sus trajines cotidianos, pasan por ahí apurados, ven luz, pero no entran. No es ese el caso de Ana Sofía González Gut, la niña de tres años que ha hecho del recorrido por nuestro emblema más importante de nacionalidad un ritual cotidiano. Desde que fue por primera vez, no faltó ni un solo día y ahora, esta incipiente patriota, será declarada la visitante ilustre de la casa más importe de todos los argentinos.

“Cuando el museo por algún motivo está cerrado, agarráte Catalina porque se arma…”, cuenta Agustina Gut, la mamá de Sofía y no exagera porque de lunes a viernes; llueve, truene, granice, haga calor o frío, la niña dice presente en el Museo Casa Histórica de la Independencia y, cuando no puede, hace berrinche y se entristece. Cuenta su papá, Daniel González, que la semana pasada hubo un día en que el museo estuvo cerrado porque estaban realizando tareas de mantenimiento en las instalaciones eléctricas, pero, para Sofía, la oscuridad no era un obstáculo: “Le conté que había un problema con la luz y  que ya lo iban a solucionar y ella me insistía con que golpee la puerta porque quería entrar. Estuvimos como diez minutos discutiendo, ella quería entrar con una vela”. 


Ese idilio por la Casa Histórica empezó en el marco de los festejos por la conmemoración de la revolución de mayo de este año,  cuando la maestra de su salita del jardín maternal les sugirió que visiten el museo junto a sus padres. Entonces, como la Casa Histórica queda de camino entre su casa y el jardín, fue Sofía quien, al llegar al famoso umbral, le pidió a su papá que entraran. Y ya no se iría más de esa casa que es para ella también una especie de segundo hogar. Ahora es ella quien, siempre de la mano de su padre, hace de guía del recorrido: “La interpretación que hace es acorde a la edad de ella. Antes se lo habíamos explicado nosotros, ella se lo grabo y ahora te explica qué es para qué sirve cada cosa”, comenta Daniel. 

Sofía ya tiene su propio itinerario que repite de lunes a viernes. Comienza por el ingreso donde está la reconstrucción de la fachada original de la casa, después pasa por donde se encuentran los antiguos baúles, los candelabros y los vestidos de época, entre los cuales ya tiene a su favorito. Al llegar a la pantalla interactiva donde están los congresales, ella elije tres distintos cada día y su madre le lee y le explica. Luego, sale al patio donde está la maqueta del edificio y señala los distintos espacios y qué hay en ellos. Ahí también está el aljibe, uno de sus lugares favoritos, un horno de barro donde, según ella “cocinan carnecita, pollo y empanadas”; y el libro donde los visitantes dejan sus firmas. Ahí, con trazo infantil, hace un breve garabato y su padre firma con su nombre: Ana Sofía Gónzalez Gut y quienes la acompañan en esa ocasión mami y/o papi. Al llegar al tercer patio, donde se encuentra la enseña patria, si está en el cochecito, se baja y saluda: Hola bandera. Invita siempre a quienes están con ella a imitarla en el gesto. 

- Papá no me ve la bandera – reclamó Sofía una vez. 
- No, la bandera te ve siempre – contestó Daniel. 

Por eso, siempre saluda y recién entonces continúa hacía el tramo final de su recorrido que es el salón de la jura de independencia. Ahí, como parte de un ritual personal y familiar, se saca una foto donde siempre aparece con una sonrisa alegre que se le estira en la cara. Hay cientos de esas fotos confiesa su madre, nunca se va del lugar sin ese recuerdo, después de un itinerario que le lleva entre 30 y 40 minutos, de acuerdo a que tan cansada esté ese día. Eso sí, la visita siempre es completa, nunca deja un salón sin visitar. 


“Así llueva, ella va igual, más allá de todas sus otras actividades. Esto ha surgido 100% de parte de ella, nosotros como papás sólo hemos acompañado su deseo. Nosotros le inculcamos el respeto por los símbolos patrios y el amor al país y nos encanta que esté tan vinculada a nuestra historia. Nos llena de orgullo que, a sus tres años,tenga tanto amor por la Casa Histórica. Creo que los tucumanos muchas veces no le damos el verdadero valor que el lugar tiene. Cuando uno está ahí y ve la emoción de la gente que va por primera vez, se da cuenta”, explica Agustina Gut, la orgullosa mamá de la niña patriota. 

Según explica su madre, cada vez que Sofía ve la imagen de la Casa Histórica la identifica inmediatamente. También tuvo la posibilidad de asistir al cambio de guardia de los granaderos y le ha gustado mucho. Si bien todos los lugares son importantes para ella, entre sus preferidos están el aljibe y las pantallas interactivas. No sólo disfruta de la historia con sus recorridos al museo, sino que le gusta entonar las canciones patrias y los dibujos animados como Zamba. Sí, el mismo que Tristán Bauer, el próximo Ministro de Cultura, aseguró que va a volver. Cuando no está haciendo todas esas cosas, a Sofía le gusta bailar, cantar, pintar y las visitas a las plazas y al parque. 



Esta semana, a Sofía le dieron una noticia que recibió con mucha emoción: será la invitada de honor el próximo miércoles al último cambio de guardia, donde recibirá el diploma que la distingue como visitante ilustre y arriará la bandera; esa misma bandera a la que saluda en cada una de sus visitas. “Se puso re contenta cuando le dijeron. La Casa histórica es uno de los símbolos de nuestra provincia y de todo el país, saber que en nuestra provincia se ha gestado la Nación es sumamente valioso”, contó Agustina quien aprovechó para agradecer al personal del museo: “Ya la conocen todos y la esperan siempre. Por eso quería destacar la amabilidad y la predisposición de la gente de la Casa Histórica. Es increíble el trato y la atención que brindan”. 

Ahora que se vienen las vacaciones y Sofía ya no irá al jardín, sus padres no tienen duda de que ella les seguirá pidiendo ir a la Casa Histórica porque esa casa es la casa de todos y, sobre todo, de ella, la visitante más joven y también ilustre.