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¿Quiénes eran los tripulantes tucumanos del ARA San Juan?

A DOS AÑOS

El 15 de noviembre de 2017, el submarino desapareció con 44 personas a bordo. Dos de ellos eran oriundos de nuestra provincia.





Este viernes se cumplen dos años de la desaparición del submarino argentino ARA San Juan, un trágico hecho que conmovió al país y lo mantuvo expectante durante meses.


Tras un año y dos días de búsqueda, los restos del buque fueron encontrados el 17 de noviembre de 2018. Estaban a 900 metros de profundidad y a 500 kilómetros de distancia de la costa argentina.


Así se cerraba una triste página de la historia argentina, empañada además por irregularidades, negligencias, informes tardíos o contradictorios y conflictos con los familiares de los marinos.


Entre las 44 víctimas de aquel episodio, había dos tucumanos. El capitán, Pedro Martín Fernández, y el cabo primero, Luis Esteban García.


Era su último viaje


Pedro Martín Fernández tenía 45 años. Pensaba dejar de navegar luego de la trágica expedición.


Nació y se crió en el barrio Esteban Echeverría. Martín, para todos, supo desde pequeño que su vida estaría dedicada al mar. Estudió en la escuela Normal. Allí conoció y se casó con Ana María Tonetti, su novia de siempre, con quien tuvo tres hijos.


Devoto de la Virgen de Monserrat, el capitán Fernández se mudó a Mar del Plata el 2 de marzo de 2015. Y el lunes 6 de noviembre encabezó un viaje de navegación con inmersión junto al Superior Tribunal de Justicia de Tierra del Fuego y representantes de la provincia.



Sacrificio y pasión


Luis Esteban García tenía 31 años. Estudió en la Técnica N° 2, época en la que conoció a Gabriela Acosta, quien asistió a la Comercio 3. Se casaron y tuvieron dos varones: uno de 3 años y medio y el más pequeño de apenas 18 meses.


Luego de su ingreso a la Armada, García se mudó junto a su familia a Playa Serena, una pequeña localidad al sur de Mar del Plata. Allí se recibió hace dos años de submarinista. Físicamente, Esteban no veía a su familia desde el 25 de octubre, cuando zarpó en la expedición que le costó la vida.


María Victoria Morales, madre de Esteban, lo recuerda como un chico sacrificado. Se crió en los bordes del Canal Sur. Durante su infancia vendió helados en pleno verano tucumano, con 40 grados de calor. Más grande, mezcló trabajo con pasión: fue vendedor de gaseosas en la cancha de San Martín, el club de sus amores.