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¿Instinto materno?: "El no saber pesa mucho sobre las mujeres"

Día de la madre

Muchas madres necesitan del acompañamiento de otras mujeres que les brinden sostén emocional e información para poder llevar adelante el período de gestación, el parto y el posparto. “Los bebés son muy demandantes física y emocionalmente y eso es muchas veces abrumador”, explica Belén Haad, puericultora.





La idea de que existe un instinto materno en las mujeres que las prepara para ser madres apenas dan a luz, cada vez es más rechazado por la sociedad. Si bien existe un proceso biológico y fisiológico en el cuerpo gestante que les permite responder a determinados estímulos, la mujer debe construir una relación de conexión con su bebé a partir de un aprendizaje.

Para que esto se dé de una manera armónica, se ponen en juego una serie de factores que están relacionados al período de gestación, las características del parto y la lactancia. Aquí es donde la figura de las Puericultoras y las Doulas cada vez cobra más relevancia en Tucumán. 

El término Doula proviene de Alemania y significa: “Mujer que sirve”. Antes, cuando se vivía en tribu la mujer estaba naturalmente acompañada en el proceso de gestación y parto, momento tan único y trascendental para la mujer y la familia. Sin embargo, en los tiempos modernos, las familias nucleares son más pequeñas.


La doula, Carolina Guchea acompañó 5 partos en los dos años y medio que le dedica a este servicio. “Es ponernos al servicio de la mujer y la familia que esta por traer un nuevo ser al mundo y en ese servicio, cada doula cuenta con herramientas personales en su camino”, relata en diálogo con eltucumano.com.

Según la experiencia de Carolina, las mujeres solicitan el acompañamiento de las doulas porque se encuentran solas y sin información. “Muchas veces llegan a mí y me cuentan que quieren parir de determinada forma, pero no se animan. Quieren información, acompañamiento y alguien que les diga 'si podes'". El parto es emoción, es visceral, es necesario bajar la guardia en lo racional para conectarse con eso emocional”, explica.

Una doula acompaña, no tiene que interferir en la toma de decisión. “Se entrega con todo el corazón para brindar información, y sostén para acompañar”, dice Carolina. Con esta información, la pareja puede tomar decisión consciente y con conocimiento, y les permite a las mujeres correrse del lugar vulnerable en los que muchas veces quedan solas como el post parto, el puerperio y la lactancia.


“Aparecemos nosotras para acompañar, este lugar desconocido. Sostenernos como una mujer que está atravesando algo que otra mujer ya lo conoce. El trabajo de la doula es de mucha entrega. Para hacerlo, es importante sanar una para estar tranquila, consciente y firme para poder sostener a otras. Cuando no me siento bien, no puedo acompañar un parto”, señala.

Para asistir un parto se necesita de un médico obstetra, que hace el seguimiento de la mujer durante el embarazo y acompaña en el parto y después un pediatra o neonatólogo que se encarga de observar a ese bebé después del nacimiento. En tanto, la puericultora proporciona una mirada fusionada entre lo que le ocurre a la mamá y al bebé, realiza una escucha atenta hacia esa mujer, sin dejar de lado la observación a ese bebé.

Desde esta práctica, se brindan herramientas desde la teoría sobre la anatomía y fisiología del parto y desde el acompañamiento emocional.  A través del embarazo, en el parto haciendo especial énfasis en lactancia. Se forman no solo como una asesoría para acompañar, sino para mejorar la experiencia del amamantamiento cuando se presentan dificultades como el dolor. 


“Muchas mujeres suelen escuchar que es normal y que ya va a pasar la instancia del dolor y muchas se quedan con eso”, explica eltucumano.com Belén Haad, puericultora y licenciada en Biología, y añade: “Se da una contradicción entre lo que te dicen que va a ser y lo que realmente es. Hay una expectativa de placer en el amamantar y muchas veces es una tortura. Cuando le duele es porque hay algo en la técnica que está mal. La lactancia tener algo biológico, pero después hay otro pilar que es el aprendizaje. Hay que aprender a dar la teta y el bebé también tiene que aprender. La mujer necesita un tiempo para poder conectar con el bebé”.

En este sentido, Belén destaca que construir un espacio de escucha sobre cómo ha sido ese embarazo, de la experiencia del parto, si ha sido natural o intervenido y como se han sentido, es fundamental desde su especialidad. “Esta esa idea del instinto materno, muy atravesado por la cultura. Y la realidad es que los bebés son demandantes física y emocionalmente y eso es abrumador. Llegan muchos relatos en los que no se asistieron correctamente a las mujeres, que en el momento del parto se encuentra vulnerable con un millón de dudas. Hay mujeres que están radiantes, pero hay otras que no la están pasando bien”, explica.

“Se instaló esto de los partos medicalizados, intervenidos, invadiendo el cuerpo de la mujer y sacándola del escenario como protagonista. Desentendiendo la fisiología del parto. El goteo con oxitocina para acelerarlo, pasar las contracciones acostadas, sin poder comer ni beber, con rasurado del pubis, con enema y pujando acostadas, con las piernas a veces atadas en las perneras, posición anti fisiológica, con rotura de bolsa, con episiotomía, con todo ese combo de intervenciones”.
Belén asegura que, a diferencia de la lactancia, no se aprende a parir, sino que cada cuerpo es guía para que ese bebé pueda nacer, la mujer necesita un entorno que la respete, las luces, sonidos, aroma. “El parto es con dolor, pero la característica del dolor es diferente, si está acompañada, tiene los recursos internos para atravesar ese dolor. Aun hoy sigue pasando que se llevan los bebes y ni les pueden dar un beso, cuando las recomendaciones internacionales dicen que al menos una hora el bebé debe estar en contacto con la piel de su mamá”.

"Las imágenes que tenemos instaladas están muy alejadas de la realidad. Pesa mucho el 'deber saber', con la familia y la gente de la institución misma, aparecen los consejos para la pareja y terminan mareándolos. Hay una mirada de afuera 'a ver cómo lo hace'”, puntualiza.

Por otro lado, la especialista focaliza en como uno de los factores más relevantes en la relación que se construye entre esa mamá y el bebé, el contexto en el que se dio el parto. ¿Fue un parto intervenido?, ¿La pareja pudo decidir sobre la modalidad de ese parto? ¿Se informó de manera correcta?


“Aproximadamente desde los años 80 se busca que se lleve a cabo un parto fisiológico con criterio. Tenemos instalada la imagen del parto sufrido, hay mujeres que quieren una cesárea porque tiene miedo al dolor. Hace a la diferencia entre un parto traumático, si la estas pasando mal, le queda poco resto para encontrarse con el bebé. Es distinto cuando la mujer puede ser acompañada desde un lugar de amor y respeto al recibimiento de su bebé. Todo está relacionado al momento de la gestación y al momento del parto”, explica.

Si bien existen leyes e información sobre cómo se debe realizar un parto y los derechos que tienen las madres y los padres en relación con el recién nacido, muchas veces esa información no llega. "No es raro que los partos que son traumáticos en los que no dejan que el bebé tenga contacto con la madre devengan en que les cueste más tiempo conectar con él. Lo siente ajeno y es muy duro sentir eso. En Tucumán, hay que construirse la posibilidad de ese parto amoroso".