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Casas de Medio Camino, una instancia previa a la vida adulta

autonomía progresiva

En Tucumán existe una herramienta de transición para los jóvenes que deben abandonar los Dispositivos de Cuidado Institucional (DCI) de los institutos Belgrano, Goretti o Roca. “Aprenden a convivir, a administrar su tiempo y su dinero”, explica el referente del programa.

Algunos adolescentes se informan y evalúan la posibilidad de sumarse a las casas de medio camino. Foto de Ministerio de Desarrollo Social





Al cumplir los 18 años los jóvenes institucionalizados en el Hogar Belgrano o en el Instituto Roca y las jóvenes del Santa María Goretti deben abandonar estos Dispositivos de Cuidado Institucional (DCI). Para dar este difícil paso hacia la vida adulta, cuentan con una herramienta para avanzar en la construcción de su autonomía, las Casas de Medio Camino.

“Aprenden a convivir, a administrar su tiempo y su dinero como cualquier adolescente que cuenta con los cuidados de su familia”, explicó el referente del programa Matías Albarracín en diálogo con eltucumano.com.  Se trata de un instrumento para concretar el egreso asistido de los chicos. “Está pensado para quienes no tienen referentes afectivos o familiares y al cumplir los 18 se encuentran en esa situación de tener que abandonar los DCI y no tienen apoyo afuera”, señaló.

En el marco de la Ley de Protección Integral y Niños Niñas y Adolescentes, que los reconoce como sujetos de derecho, se les hace partícipes en su propio proceso de egreso. En este sentido, desde el programa a cargo del Ministerio de Desarrollo Social, trabajan con el concepto de Autonomía Progresiva. Es una línea que abandona las ideas de los sistemas tutoriales que se implementaban hace unos años y veían a los chicos como menores a los que se debía asistir. 

“Se busca romper un poco la vieja línea de los sistemas tutoriales en los que se hacia dentro del hogar, los médicos iban a verlos ahí, todo muy cerrado. La autonomía progresiva rompe con esto y busca que adquieran herramientas para alcanzar su autonomía. Por ejemplo para ir al médico, explicarles y acompañarlos una vez, pero después tienen que aprender a hacerlo solos”, explicó.

El programa funciona actualmente en dos casas ubicadas en el barrio 2.500 viviendas en Manantial Sur, una para varones y otra para mujeres. Cada vivienda cuenta con tres habitaciones, por lo que están preparadas para alojar a 6 personas por casa cómodamente.

Ambas se encuentran en el mismo barrio a dos cuadras de distancia. La primera casa se inauguró hace dos años y actualmente conviven dos adolescentes egresados del Instituto Belgrano. Sin embargo, este lunes 26 de agosto se sumará Lautaro, un nuevo integrante proveniente del Instituto Roca.

En tanto, Rocío es la única que por el momento habita la casa destinada a las mujeres que se habilitó hace apenas tres meses. “En las dos casas están en contacto permanente, se apoyan y a veces se organizan para almorzar juntos, o colaborar con la compra de mercadería o los quehaceres domésticos”, resaltó el referente.

Si bien alrededor de los 17 años aparece la opción de asistir a la casa de medio camino, desde los diferentes dispositivos del Ministerio de Desarrollo Social abordan la temática del egreso de los chicos desde que ingresan y durante el período en el que permanecen en los diferentes DCI.

 ¿Quiénes ingresan?

Los aspirantes deben tener en primera instancia la voluntad de hacerlo y en segunda instancia el programa de Casa de Medio Camino realiza una evaluación de los beneficios y conveniencia de que ese joven se instale en la vivienda.

El tiempo que se queden en la Casa de Medio Camino depende en gran medida de los tiempos de cada uno de los adolescentes. “Algunos en poco tiempo han alcanzado un gran nivel de autonomía. Matías que era de Ranchillos, en cuatro meses consiguió trabajo, un referente afectivo y salió voluntariamente del programa”, recordó Albarracín. “Brian está hace dos años y se está preparando para egresar a fin de año. El lapso de tiempo que permanezcan en la casa está sujeto a la evaluación y a los tiempos de los chicos”, reconoció.

El programa, además, se sostiene con la participación solidaria de la comunidad. “La gente que trabaja en el Centro Integrador Comunitario (CIC) del barrio, nos ofreció espacio para hacer talleres, actividades y cursos que los chicos puedan tomar de ahí para su proceso de autonomía. Mucha gente se ofreció a dar talleres, para darles herramientas para que puedan avanzar”, añadió.

Muchos tucumanos se ofrecieron a brindarles sus conocimientos a los adolescentes. “Siempre le recordamos a los que quieren colaborar, intentar no caer en la línea asistencialista. Sino entender que puedan ayudar desde otro lado. Se acercaron algunos interesados y les dieron talleres de orientación vocacional y administración para instrumentarlos”, concluyó y resaltó que están abiertos a la colaboración de la comunidad en este sentido.