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"No todo está perdido": El relato de solidaridad y gratitud en plena crisis

historias de acá

Una profesora en Letras relató en las redes sociales una situación que la conmovió la semana pasada en una panadería de la ciudad.

Imagen ilustrativa.





La cotidianidad de una tucumana se vio interrumpida el pasado jueves cuando caminabaen alrededores de la plazoleta Mitre. Según detalló en el relato que compartió en su cuenta de Facebook, fue testigo de “solidaridad y gratitud en un solo acto”.

A Marta Ofelia Valoy, le llamó la atención que en la puerta de una panadería, sus dueños habían colocado cuatro bolsas cerradas y se acercó para averiguar qué contenían. Una de las bolsas estaba repleta de tortillas, otra con pan, una más con facturas y otra con rosquetes. Todas a disposición para que quienes sientan hambre, tomen lo que les apetezca. “Estaban bien cerraditas y con etiquetas que decían el contenido de cada una de ellas”.

En ese momento se acercó un hombre humilde, que no superaba los 40 años según detalló en diálogo con eltucumano.com, y tomó la bolsa que decía 'rosquetes'. "Cuando seguía mi camino me alcanzo su voz: '¿Tiene algo con qué escribir?' ”, relató. Buscó rápidamente una lapicera y un papel para entregárselos al hombre. “Hubo un silencio. Como en un susurro me pidió: '¿Me quiere escribir usted?'...yo solo sé firmar. Con el corazón en un hilo le pregunté qué quería que le escribiera. Me pidió que pusiera simplemente 'gracias' y abajo su nombre para dejarlo por debajo de la puerta de la panadería. Lo hicimos, y al final se excusó: 'No pude ir a la escuela... ¿Sabe?'. Contuve la emoción. Me acerqué para abrazarlo y él me dio un apretón de manos", continúa su relato que se viralizó y cuenta con más de mil interacciones y fue compartida alrededor de 900 veces.

Casualmente, Marta es profesora en Letras y tiene experiencia en trabajos con alfabetización y grupos de personas que viven en contextos vulnerables. En este sentido, recalca una idea que se fortaleció en sus años de profesión: "escribir con la mano del otro". "Aquellos que no están alfabetizados organizan un discurso en su cabeza pero no manejan el código y eso les impide transmitirlo. Entonces yo digo que tengo mi mano para quien quiera usarla para escribir”, explicó.

El pudor y la actitud de agradecimiento del hombre, la conmovieron. Del mismo modo, le impactó la buena voluntad de los dueños del negocio ya que las bolsas que contenían los productos de panadería estaban exhibidos en pleno mediodía, "era mercadería fresca que se podía vender, no eran bolsas con restos", añadió. "La solidaridad y la gratitud en un solo acto. Con el dulce del rosquete, me quedó en la mano pegada una estrella y la certeza de que No todo está perdido", finaliza su publicación.