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"Lo presiento": desapareció hace 17 días y su hija tiene la peor sospecha

HISTORIAS DE ACÁ

Florencia es la hija mayor de Rodrigo Fernández, el trabajador audiovisual del Ente Cultural Tucumán. Llegó desde Buenos Aires para agitar la investigación. ¿Qué pasó el 6 de mayo? ¿A quién apunta en la investigación?

Rodrigo Fernández tiene 48 años. Su hija lo busca desesperadamente.





“Flor, no quiero preocuparte pero papá no apareció en todo el día”. El mensaje llega desde Tucumán de la hermana menor de Florencia Fernández, la hija mayor de Rodrigo Fernández, el trabajador audiovisual del Ente Cultural Tucumán que se encuentra desaparecido desde ese momento, hace ya 17 días. No fue el único mensaje que Florencia recibió durante este tiempo, pero cansada de esperar novedades armó el bolso, dejó Buenos Aires junto a su madre, llegó esta mañana a Tucumán y comenzó a buscar a su padre: “No tengo información de parte de su familia de acá. ‘No hay novedades, no hay novedades, no hay novedades’, es lo único que me dicen. Bajamos del avión, tiramos el bolso y fuimos a la fiscalía”.

Luego de presentarse a la fiscalía que investiga qué pasó con Rodrigo Fernández, Florencia supo que debía presentarse en la causa como hija, llevar un escrito y un abogado. Fue a la Defensoría del Pueblo, luego a la fundación María de los Angeles Verón donde las abogadas la aconsejaron sobre los pasos a seguir, y volvió a fiscalía para que le tomaran declaración: “Hoy me presenté como querellante para acceder a las cosas. Pasaron 17 días y ni siquiera se tuvo acceso a las cámaras de seguridad. Desde que mi hermana menor me mandó ese mensaje a la una de la tarde, empecé a averiguar por mis propios medios. Lo único que me dijeron es la ropa que llevaba puesta ese lunes cuando salió de su casa”.

Dice el cartel fotocopiado con la imagen sonriente de Rodrigo Fernández: “Tiene 48 años de edad, está desaparecido desde el día lunes 6/5 alrededor de las 14 horas. La última ubicación de Google es en Santiago y Maipú, San Miguel de Tucumán. Al momento de su desaparición vestía camisa verde a rayas, pantalón de jean azul, campera celeste y zapatillas marrones. Tiene un aro en la oreja izquierda y un tatuaje de dos dragones (uno rojo y uno azul) en el pectoral izquierdo. Mide 1,80, pesos aproximado 75 kg, ojos color café, tez trigueña”.

¿Qué es lo que no dice el cartel fotocopiado con la imagen sonriente de Rodrigo Fernández? “El lunes a la mañana (el último día del cual se tienen noticias) mi papá le avisa a su jefe directo que no iba a ir a trabajar porque tenía que ir al Subsidio y a hacerse unos estudios. Dejó a mi hermana en el micro escolar, volvió a su casa a cambiarse, agarró el documento, se tomó el colectivo desde Yerba Buena que lo lleva al centro, pasa por el Subsidio pero nadie lo ve. Todo sucede entre las 15.30 y las 15.45. A esto  lo sé por la ubicación del teléfono a través de Google, pero no tengo la certeza de que él estuviera con el celular. El celular estaba prendido hasta la parada del colectivo que debía llevarlo de nuevo a su casa en Yerba Buena. Se apaga en la parada del colectivo y desde ahí no se sabe nada más”.

Florencia tiene cara de no pegar un ojo hace días. Toma mates con azúcar en la redacción de eltucumano.com. Tose, se disculpa, toma aire y se anima a hablar de la actual pareja de su padre: “La Justicia va a llamar hasta a los barrenderos para que digan si vieron algo. Se pidieron las cámaras pero como se estaba actuando de oficio, todo tarda el triple. Ahora que hay alguien que se está moviendo, que soy yo, se pidieron las cámaras, el secretario de Seguridad (Luis Ibáñez) nos dijo que están investigando, pero que es muy raro que se lo haya tragado la tierra, en plena zona céntrica. No tengo contacto con la mujer de mi papá. Pero es la persona que durmió la noche anterior con él. Siento que no me está diciendo toda la verdad”.

Sin novedades durante los primeros días, hay una versión que llega a los abuelos de Florencia. También llega información no comprobada hasta el momento: la última activación del celular en El Cadillal y una mujer que trasladó a un hombre parecido al de la foto en Esquel. “Es una foto que tiene varios años. Mi papá actualmente ha cambiado: ya no tiene el pelo negro, está más flaco, más viejo. Si bien hace poco que se mudó a Yerba Buena, a un barrio del Procrear, los vecinos se movilizaron, le pidieron a la mujer una foto, la edad. Tardó cuatro días en contestar. Pidió que no la llamaran más, que no la molestaran. A un periodista de TN le dijo que no la molestara más, que se contactara con la policía. Lo mismo pidió en el Ente Cultural. Es raro”.

Durante los últimos días, el tucumano intentó comunicarse sin éxito con la actual pareja de Rodrigo Fernández. Desde que pasaron los días, los compañeros del trabajo (ella también se desempeña en el Ente) explicaron que no siente ánimos para hablar con la prensa. “El Ente puso un teléfono a disposición porque ella no quería recibir llamadas. Mi teléfono se conoce desde Jujuy hasta Ushuaia, puede aparecerme un violador serial, pero no me importa. ¿Por qué pasaron cuatro días hasta que se hizo pública la denuncia? Se perdieron cuatro días, con qué necesidad decís: ‘No digan nada’. Se perdieron horas claves. Yo me voy el sábado a Buenos Aires. Lamentablemente cuando yo llegue allá, ya van a haber pasado 19 días”.

Rodrigo Fernández sonríe en la foto en blanco y negro. Florencia, su hija, mira la imagen y responde la pregunta más difícil del diálogo que lleva una hora: ¿qué cree que le ha pasado? “Que mi papá está muerto, lo presiento. Pero necesito encontrar un cuerpo, no me puedo quedar con la duda si lo voy a volver a abrazar o si lo tengo que velar. Necesito encontrarlo, no importa si vivo o muerto, pero necesito encontrarlo. Me voy a volver a Buenos Aires con la certeza de que se está investigando, que no va a quedar en la nada. Hay mucha gente que lo quiere y lo está buscando. No estoy sola. No somos solos nosotros. No hay hipótesis confirmadas. Pero siento que de todo esto, algo bueno, por decirlo de alguna manera, va a salir”. Y antes de salir a buscar un hotel donde pasar la noche, deja dos mensajes: uno a su padre y otro a la pareja de su padre: “A él le pido que si no quiere que lo busque más, que me lo diga. Dejo de hacerlo. Pero que me dé una pista. ¿Y a ella? Que por favor diga toda la verdad, que no ponga palos en la rueda para saber qué le pasó, qué pasó con mi papá”.