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"Me voy a morir haciendo empanadas", había dicho Sara Figueroa y lo cumplió

Tucumán de luto

Recibía cartas y cariños del mundo entero. "Ha sido una persona que puso en lo alto la bondad de la empanada", dijo su hijo. El horario y el lugar para despedirla esta noche.

Sara, siempre frente a la Casa Histórica junto a su canasto. Foto: Luciano Billone.





Fue en la última Navidad. Una carta llegó desde París y, entre los besos de Nochebuena, el hijo de Sara Figueroa, Américo, la leyó desde el celular: “Exquisitas empanadas, no las olvidaremos jamás, gracias a usted y a todo Tucumán”.

Sara Figueroa recibía mensajes de cariño de todo el mundo, todo el tiempo. Quien visitaba la Casa Histórica, la visitaba también a ella, sentada al frente con su canasto. Ya ancianita, con lluvia o calor, se ubicaba ahí, todos los días, hasta enero. “Yo me voy a morir haciendo empanadas, no tengo vida si ustedes no me dejan ir a trabajar”, le dijo a su hijo un día que Sara le pidó que se quedara en casa.



Y hoy, que el mundo ya no podrá probar sus empanadas, ya empiezan a llegar los cariños de despedida: esta noche la verán desde las 22:30 en la sala de sepelios de Previsión Social, en Las Piedras 530.

“Ha sido la persona que puso en alto, en toda la Argentina, la bondad de la empanada. Y en el mundo entero. Nos mandaban mensajes de todos lados, con mucho cariño”, comentó Américo, uno de sus tres hijos, quien esta mañana le dio un beso en el sanatorio Roca, donde estaba internada la última semana.  Américo sentía que algo podría pasarle.



Y Sara se fue.  Pero su hijo está muy agradecido por el amor que su mamá, la eterna campeona, recibió en vida: “La homenajearon en vida. Ahora queremos que la despidan con el ”, dice entre lágrimas y con orgullo por el afecto que le brindó el pueblo tucumano.