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Los tucumanos claman por más sombra en las peatonales céntricas

Sol pleno

Las altas temperaturas ponen en evidencia la falta de arbolado en el Centro Comercial a Cielo Abierto de San Miguel de Tucumán. En las redes los vecinos solicitan medidas para mitigar el calor que se torna insoportable en la jungla de cemento.

UN FUEGO. Durante la siesta, el calor aleja a los tucumanos del centro. La foto es de Enrique Bach.





El termómetro marca 38° grados a la siesta y todos saben que aún puede subir un poquito más porque el reloj no marca todavía la peor hora del día. Sin embargo, lo que importa aquí es la sensación térmica, esa que pega directamente en el cuerpo, igual que la humedad altísima que hace rodar gotas de transpiración por la cara, por la espalda, por el cuello. Nada vendría mejor, cuando el mercurio bate sus propios récords, que una sombra bondadosa. Pero la ciudad parece más bien una jungla de cemento, en donde los peatones van saltando, como sapitos, para encontrar un poco de alivio bajo un techo o un toldo. La escena se repite durante todo el verano y los tucumanos se preguntan: ¿Por qué no hay árboles en las peatonales?.

Desde la reconversión de las peatonales de San Miguel de Tucumán en un Centro Comercial a Cielo Abierto (CCCA), la ausencia del arbolado urbano se hace notar. Como parte de los trabajos de revalorización, el municipio resolvió sacar los naranjos por varios motivos: cargaban con muchos años a cuestas, se trataban de árboles relativamente pequeños para la escala de una peatonal y el peligro del HLB –la enfermedad de los cítricos- estaba al acecho. En su reemplazo, se optó por colocar lapachos, un árbol autóctono, más alto y con hermosa floración en primavera.

Los inconvenientes se presentaron poco tiempo después por la escasez de ejemplares que finalmente se colocaron –muchos menos de los prometidos inicialmente- y porque los árboles no lograron crecer lo suficiente como para brindar un servicio ambiental acorde a las altas temperaturas que sufren los tucumanos. 

Por otra parte, los parasoles que se ubicaron en los extremos de las arterias simulando el tradicional tejido en telar, tampoco significaron una solución para los transeúntes que circulan por esa zona. Por todo esto, cada verano, desde que la peatonal quedó sin sombra, las quejas vuelven a hacerse sentir.

El secretario de Planificación Urbana de la Municipalidad, el arquitecto Luis Lobo Chaklián, justificó a medida que se fueron inaugurando las distintas etapas de la obra -y el tema volvía a agenda-, que el porte de los lapachos es muy superior al de los naranjos, de manera que sería imposible plantar más de ocho por cuadra, pese a que se habían asegurado unos 15. Por otro lado, el funcionario argumentó que el proyecto inicial contemplaba sólo una hilera de lapachos para que el arbolado “no interfiera con los servicios de emergencia", como por ejemplo el paso de un camión de bomberos o de una ambulancia.


Un reclamo viral

“Lo que venimos pregonando quienes trabajamos en el cuidado del medio ambiente es planificar teniendo en cuenta la eficiencia energética y la sustentabilidad de la ciudad en su conjunto. Hemos llenado de cemento las peatonales del Jardín de la República para crear un Centro Comercial a Cielo Abierto en donde no se tiene en cuenta el bienestar de las personas que transitan por esas calles”, apuntó Enrique Bach en diálogo con eltucumano.com

El titular de la Fundación Hacer Futuro y conductor del programa radial Medio Ambiente en Acción recientemente publicó una imagen comparativa entre las peatonales de ciudad de Mendoza y la de Tucumán. La primera, llena de árboles y la segunda, desprovista de toda vegetación. “Cuando se planifica pensando en el clima y no en seguir llenando de hormigón las calurosas ciudades, así son los resultados”, escribió. Su posteo no tardó en viralizarse con más de 3.400 compartidos en las redes. 



En el mismo sentido, el docente universitario Fulvio Rivero expresó su malestar en Facebook. "Gracias al maldito urbanista que no puso ni un solo árbol, Tucumán es un páramo de cemento y fuego", escribió junto a una imagen de Mendoza al 600, justamente una cuadra en donde a raíz del calor excesivo se están levantando las baldosas.

Esas dos líneas de Rivero expresaron el sentir de muchos tucumanos y el reclamo también se viralizó, con más de 3 mil compartidos, cientos de reacciones y comentarios sobre la necesidad de adecuar la ciudad para que el verano sea más llevadero.

 
Al reclamo se sumó también el fotógrafo Sergio Ledesma, quien directamente propuso juntar firmas para arbolar la peatonal, una idea que cosechó 1.200 adhesiones en apenas unos días.


  
“Me parece muy interesante lo que se generó a partir de ese posteo porque significa que comienza a manifestarse otra conciencia entre los tucumanos. Nuestro horizonte, como Jardín de la República, debería ser tener una ciudad verde, con árboles o con pérgolas de especies perennes que nos brinden sombra en verano y nos abriguen en invierno. Es incomprensible que vivamos así con la fertilidad que tiene nuestra tierra; aquí hasta salen plantas de las lozas”, resumió Bach trazando una comparación con el clima árido de los mendocinos, que supieron convertir un desierto en un vergel con un sistema de canalización excepcional.

“Aunque suene triste, parece que la exuberancia de nuestra naturaleza nos impide valorarla como corresponde. Quizá ahora que comienzan a notarse con fuerza los efectos del cambio climático, la actitud hacia nuestro entorno cambie”, cerró Bach esperanzado.