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"Me saqué la cruz": Andrés, el apóstata que renuncia a su religión

HISTORIAS DE ACÁ

Fue bautizado y realizó la primera comunión, pero este viernes decidió rechazar su pasado católico y quitará su nombre de los registros en el Arzobispado de Tucumán. Qué pasó y por qué dejó de creer.

Andrés, el día de su comunión en Piedra Blanca.





El jueves 30 de enero de 1992 fue el día que Andrés Zamora tomó la primera comunión vestido de blanco: camisa blanca, pantalón blanco, todo de blanco como guiño divino a la pureza del bautismo. Pero no alcanzaba con el vestuario. Faltaba algo más, un detalle. Entonces el peine de su madre emprolijó todo el pelo revuelto del niño de 10 años. Libro de oraciones y rosario en mano, el ritual sacramental se hizo ese día en la parroquia de San José en Piedra Blanca, un pueblo de dos mil habitantes en Catamarca y una parroquia cuyas paredes fueron pintadas por los padres de Andrés Zamora cuando Andrés Zamora todavía no había nacido. Al nacer fue bautizado a los tres meses un 14 de enero de 1983 en la iglesia San Roque, luego recibió la comunión mencionada, pero cuando llegó el momento de la confirmación, Andrés Zamora ya dijo: “No”.

“No tenés mucha capacidad de elección a los 10 años. Querés hacer la comunión por la fiesta, los regalos, es un evento como el cumpleaños, donde sos protagonista, en fin, todo un ritual que está piola y que estuvo piola. Recuerdo que hasta amigos y familiares de Tucumán viajaron a Catamarca, donde siempre pasamos los veranos en familia, pero después todo empezó a cambiar”, le cuenta el protagonista a eltucumano.com, luego de haberse preparado tres meses con La Gringa, una vecina devota del barrio Estación 24 de Septiembre, cerca del Híper Libertad

Con La Gringa aprendió de memoria todo el contenido de la catequesis y la comprensión del sacramento. Y aprendió a rezar padres nuestros y aves marías de corrido: “Rezaba todas las noches, pedía cosas, pedía por la salud de mi familia, que no le pase nada a mis viejos, a mis hermanos. Pero empecé a crecer y a cuestionarme todo. A los 10 años es una edad muy corta para elegir realmente algunas cosas. No se sabe bien qué se está festejando. Uno se siente agasajado, pero después lo piensa bien y suena a obligación, a mandato. Empecé a ver a gente muy mal, pasándola muy mal. Vi a un primo muy cercano cómo se murió de una manera absurda, con todo por delante. Empecé a pensar: ‘¿Qué es esto? ¿Estaré creyendo en un Dios que se lleva gente joven, que la pasa mal? ¿En qué creo? ¿Qué es todo esto?’”

Las dudas de Andrés se metieron en las sobremesas durante el secundario y las costumbres fueron modificándose en la familia Zamora: “Con mi hermano mayor llegamos hasta la comunión. Después, mis viejos ni siquiera nos preguntaron si íbamos a hacer la confirmación. Sé que nos hicieron hacer la comunión desde el amor. Pero fuimos cambiando y ellos se relajaron con el tema al punto de que tengo dos hermanos más: el que me sigue sólo fue bautizado pero ya no realizó la comunión, y el menor ni siquiera fue bautizado. Ya más grande fui viendo el rol de la Iglesia cómplice en muchas cosas, un rol nefasto, siempre atrasando, siempre negando derechos”.

Desde hace ocho años hay una idea que le da vuelta a Andrés Zamora, pero la decidió una tarde cuando caminaba por las calles de Tucumán. Vio parlantes colgados, escuchó una misa colectiva, urbana, masiva y se sintió invadido: “Creo que la religión pertenece a un ámbito privado. Se jacta del respeto al otro, al prójimo, y se mete por todos lados. Yo no ando poniendo parlantes para convencer a nadie de nada. La Iglesia tiende a cooptar el pensamiento, a contaminar el pensamiento, a dominar a la sociedad, todo muy propagandístico”. Y la idea que le daba vueltas desde hace un tiempo, este viernes 3 de agosto de 2018 se concretará: será apóstata, renunciará formalmente a sus creencias religiosas, en su caso, rechazando al cristianismo.

El viernes pasado se realizó la Asamblea Abierta de la Comisión Educación Laica en el cual se definió que mañana se realizará la apostasía colectiva en el marco de la campaña nacional por laa separación de la Iglesia del Estado. Según un informe publicado por La Tinta, pese a tratarse de un país laico, la Constitución nacional establece el sostenimiento del culto católico y debe costear salarios y jubilaciones del clero. El jefe de Gabinete Marcos Peña reveló que la Nación gasta más de 130 millones del presupuesto anual para sueldos de la Iglesia católica.

“Este viernes voy a ser parte de una apostasía colectiva. Conocí la apostasía a través de una amiga, quien me dijo que era la forma de renunciar a todo lo recibido en términos religiosos. A través de una nota se le pide al arzobispado que borre mi nombre de sus registros creados cuando fui bautizado. A ellos les sirve en nivel de representatividad contar con un porcentaje alto de creyentes y practicantes en sus filas a la hora de negociar. Así construyen su poder e impunidad. Con esta medida dejo en claro que a mí no me representan. Y con esta acción siento que este será mi bautismo”, cierra Andrés Zamora, quien debe conservar alguna camisa blanca en el placard, pero este viernes, a la salida del Arzobispado de Siria y Sarmiento, cuando cruce la avenida, enfilará a los festejos apóstatas con el pelo y la ropa que quiera, listo para celebrar: “Voy a tomar un porrón para festejar. Sé que me voy a sentir distinto, más liviano, sacándome la cruz de la espalda, descolgándome de esa cruz, de esa cruz tan pesada”.