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Las aguas servidas inundan el barrio y el olor no deja dormir

SIN RESPUESTAS

Los vecinos de Don Bosco y El Bosque agotaron sus recursos y apuntaron contra la SAT: "Orgulloso de ser tucumano, pero vivimos en medio de la mierda". Testimonios duros de una realidad que golpea a muchísima gente.

Carteles para inmundicia en Santiago al 2000. Foto Paula Carlino





A María Angélica Zelaya le acaba de subir la presión a 20. Está intentando calmarse en la vereda de su casa frente a la plaza Bernardo de Irigoyen, pensada como el pulmón del barrio Don Bosco. Pero aquí nadie respira aire puro. Ni doña Angélica que tose ni su nieta de cinco años a la que anoche tuvo que llevar corriendo al Hospital de Niños. "Para el hospital la tuvimos que llevar por la cantidad de microbios que hay. Recién volvió a toser y la llevaron a la plaza para que se calme. A mí la presión me subió a 20 y estoy mal de los bronquios. Algunas noches es tanto el olor, tal la inmundicia, que no se puede ni dormir".

La nieta de doña Angélica, como cualquier hija de vecino, tuvo que pegar un saltito para cruzar la calle, pero no hay forma de evitar que el pantano de aguas servidas y moho que fluye de las esquinas del barrio que rodean a la plaza se peguen a la suela de las zapatillas. Lo cuenta la hija: "Tenemos que dejar los zapatos apenas entramos. Yo vengo de trabajar en moto y la dejo en el garage con todas las ruedas salpicadas y el olor nauseabundo se mete hasta el comedor. Hay gente que no guarda los autos por la misma razón".  

En la esquina de Santiago y Alberti hay una laguna de aguas servidas sobre el pavimento: todo desemboca en sus bocacalles. Es un problema de años que golpea a los vecinos, vecinos que viven hace 18 años como Lorenzo Córdoba, el cerrajero del barrio, con un caño al lado de las réplicas de bronce. Don Lorenzo abre la canilla: "Mire, mire el hilito de agua que sale. Tengo que levantarme a las 6 de la mañana para bañarme porque después no tengo agua. Gasté 3 mil pesos en su momento más la mano de obra en una cisterna. Pero no hay caso: el agua del caño es intomable. Todos los días tenemos que comprar un bidón de agua mineral al sodero. Vienen mis nietos y no les puedo dar agua. Y mire la boleta: me ha venido 600 pesos de agua. El problema llega a barrio El Bosque".



Doña Angélica también muestra la boleta de la SAT: "Esto es una inmundicia, no vienen a arreglar y ayer me ha venido la boleta del agua, casi 800 pesos. No tenemos agua ni para tomar y sale sucia del tanque, no tenemos agua ni para que nos bañemos. Calentamos en la palangana y con un tarrito nos mojamos". Y hay vecinas que la pasan peor: "El otro día vino una señora desde la Paso de los Andes y Belgrano con un bidoncito pidiendo agua para que pueda cocinarles a los chicos. Nos cansamos de llamar a la SAT y nos dicen que tenemos que ir personalmente a la sucursal de la Belgrano de donde salen los camiones que arreglan. Eso dicen que tenemos que hacer. ¿No les da vergüenza?"

El agua sale a borbotones en la esquina del pasaje Félix Frías y Santiago, carteles comidos por el tiempo, oxidados por la lluvia: "Cuando llueve es peor. El agua se mete a las casas. Hace un año y medio el agua empezó a comer los cordones, y los problemas son en todo el barrio, diez cuadras a la redonda con efluentes cloacales constantes. A mí me llegó 700 pesos la boleta. Nunca vinieron ni un cono de precaución. Yo tengo 31 años. Desde que iba a la secundaria, hace 15 años, que tenemos este problema", cuenta Julio mientras una manguera sale a través del ventanal que da a la calle.



Según los vecinos, la respuesta de la Sociedad del Aguas del Tucumán es que: "Se trata de un problema de cañerías histórico y solucionarlo implicaría una obra millonaria". Así lo explica doña Angélica, así lo asiente don Lorenzo que sugiere "dejar de pagar la boleta, pero es difícil que todos nos pongamos de acuerdo". Y así lo puso en letras grandes y carteles por todo el barrio Carolina, la chica de la harina como la conocen, quien atiende la caja de un mayorista que vende bolsas de harina 50 kilos y todo lo necesario para panificaciones. Dicen los carteles: "Vacunate contra la SAT", "Orgulloso de ser tucumano, pero vivimos en medio de la mierda", "Santiago y Alberti: caño roto hace 3 años", "Rodeados de aca" y así. "Es lo último que se nos ocurrió para visibilizar este drama. Tengo notas presentadas desde 2014. La cisterna es puro barro, no podemos pedir que corten el agua, pero ya no sabemos qué hacer".

Mientras tanto cae la tarde en el barrio y un grupo de chicos juegan al vóley y otro al fútbol. Las motos esquivan la calle y se suben a la plaza. Casi chocan a doña Mary, quien reconoce que algunos vecinos no hablan por temor a represalias: "A mí tuvieron que romperme todo el pasillo para sacar el agua. Hay vecinos que por pudor salen con los baldes de agua sucia a la madrugada. Yo me pregunto: ¿dónde está el Defensor del Pueblo en todo esto? ¿Quién nos tiene que brindar una solución? ¿Qué tiene que pasar para que todo esto se arregle?"

Doña Angélica no aguanta más y las boletas siguen llegando con aumentos.

"Vacunate contra la SAT", uno de los carteles que colgó Carolina y representa al barrio. Las calles, empapadas de aguas servidas.

Don Lorenzo no puede darle de tomar agua a sus nietos cuando van a visitarlo.