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Bajo un naranjo, Luis y sus dos hijos viven en plaza Independencia

un calvario

Está desesperado y no sabe qué más hacer desde que denunció que su vivienda fue usurpada: "Que le devuelvan la casa a mis hijos o que me maten".

Luis y sus dos hijos, mientras esperan que se cocine el guiso y les devuelvan la casa.





Benjamín tiene siete años y está vomitando por tercera vez en la madrugada. Su papá Luis le sujeta la cabeza con una mano y con la otra se apoya para no caerse en un naranjo de la plaza Independencia. "Es por este piso donde duerme. Un rato se levanta el vapor, después la helazón, viene lloviendo seguido, su cuerpito sigue mojándose, mojándose, mojándose y no le aguantaron sus defensas". 

Son las cuatro de la mañana y la fiebre no le baja a Benjamín. Luis mira si aparece alguna ambulancia o algo o alguien que lo ayude. Adentro de la carpa donde vive también está Luis Gabriel, de 10. Pregunta qué pasa. Llora el papá, lloran los chicos. "Les pido perdón a mis hijos por lo que les hago, pero es la única manera de reclamar que tengo. No he podido salir corriendo para llevarlo al hospital porque no tenía los medios. Tenían toda la ropa mojada. Mi madre fue a buscarles ropa seca, pero lo mismo se ha descompensado. A primera hora llamé al 107 y lo llevaron al Hospital de Niños. Se han portado bien los doctores. Si algo me pasa, les pido que los sigan atendiendo".

Luis Héctor Ángel Pérez tiene 38 años y su calvario empezó en diciembre del año pasado también en un hospital. Fue internado, a él lo cuidaba su señora y los chicos quedaron con la madre. Durante esas noches de hospital, tal como denuncia, la casa 10 de la manzana 42 del sector A del barrio Manantial Sur 2500 viviendas quedó vacía. "En 15 minutos entraron a mi casa y me la usurparon: me robaron la heladera, el televisor, la cama, la desvalijaron. Soy el titular de la vivienda y me quemaron los papeles. Pero lo que más me duele es que me quemaron las fotos y la ropa de mis hijos. Todavía está el montículo de la ropa quemada, todo hecho cenizas".

La noche del 4 de enero pasó lo que pasó. Luis dice que los policías liberaron la zona. Vivió de prestado dos semanas hasta que quedó en la calle y armó una carpa con plásticos en la plaza Independencia, donde ahora Benjamín duerme sobre uno de los bancos, el que está debajo de uno de los naranjos más tupidos en busca de sombra y amparo. De una de las ramas del naranjo sale una soga que se une con el tronco del farol que ilumina las noches de la familia. En esa soga está colgada una colcha y la ropa mojada de los chicos. Del otro lado de la carpa hay un cajón de verduras vacío con un par de manzanas y una cacerola donde Luis les está cocinando a sus hijos.

"Les estoy cocinando un guiso, les hago el té, les compro el pan. La gente se da cuenta lo que me pasa. Hoy me ha pasado algo que me rompió el corazón, que me partió el alma: vino uno de los chicos que vive en la calle y me dijo: 'Amigo, lo he visto en la tele, a mí también me han quitado la casa gente mala. No se preocupe: ahora voy a ir a pedir tortillas'. Y volvió con pan y tortillas", relata, totalmente quebrado, Luis Pérez, quien presentó la denuncia contra Melanie Medina, la cual consta de 15 fojas y, tal como lo indica en uno de los carteles de protesta, le pide la intervención del caso al gobernador Juan Manzur y espera que el juez Juan Pisa le brinde una solución.

Esta tarde la plaza está colmada por cientos de manifestantes y artistas en el marco de las actividades previas al Día Internacional de la Mujer del viernes y por la protesta de empleados municipales contra el intendente Germán Alfaro. La lucha de Luis, en tanto, incluye 29 días encadenado con huelga de hambre porque no le daban su casa para la cual estaba inscripto en el Instituto Provincial de la Vivienda hace 12 años. Vivió dos años y medio y ahora denuncia la usurpación. La huelga de hambre, explica, ya no es un límite y, mientras Benjamín y Luis Gabriel juegan con un globo celeste de Mc Donalds que ahora se les escapa, jura: "Sólo pido que me devuelvan mi casa. Ya no tengo adónde ir. Le pido al juez Pisa que ablande su corazón. Por favor: que le devuelvan la casa a mis hijos o que me maten".