Top

Peronismo y macrismo, sin nombres seguros para gobernar Tucumán

CON LA MIRA EN 2019

Son siete los nombres que suenan fuerte para aparecer en las boletas de los comicios del año que viene. Cada quien desde su espacio acciona todo tipo de maniobras para quedar en primer lugar.





Falta poco más de un año para los comicios que elegirán al nuevo gobernador de Tucumán y en el Frente Justicialista por Tucumán (FJT) y Cambiemos para el Bicentenario (CpB) aún no hay definiciones. Todavía hay tiempo, los nombres son conocidos, pero la lógica podría no darse en ninguno de los casos.

Para el peronismo lo más natural sería que el actual mandatario provincial, Juan Luis Manzur, se presente como opción en busca de su reelección. Sin embargo, el vicegobernador Osvaldo Jaldo respira a sus espaldas y el ex mandamás José Alperovich espera atrincherado.

Por el lado del macrismo ─integrado por radicales y peronistas disidentes─ la lucha es de cuatro, y no precisamente en parejas. Alfonso Prat Gay pica en punta como la gran novedad del espacio político, mientras José Cano ve diluir sus posibilidades de encabezar la oferta macrista en la provincia. Por otro lado, Silvia Elías de Pérez alimenta la vista con su figura en las calles y Domingo Amaya resurge de las cenizas con un penal sobre la hora cobrado desde Casa Rosada.


Se busca cabeza de lista en Cambiemos

En el frente político macrista local ya comenzaron a preguntarse quién será el rostro que competirá por el sillón de Lucas Córdoba ante la fórmula que presente el peronismo que, por ahora, tampoco es obvia.

Son tres los nombres fuertes con los que cuenta Cambiemos en la provincia, dos radicales y caras conocidas, y otro no tan familiarizado con la provincia aunque sí con cierta visibilidad por su paso por el Gabinete nacional. Se trata del diputado nacional José Cano, la senadora nacional Silvia Elías de Pérez y el ex ministro nacional de Hacienda Alfonso Prat Gay.

Si bien Cano ha sido el candidato natural para competir por la gobernación desde hace siete años, las derrotas en 2011 y en 2015 han llevado a correligionarios de varios sectores a preguntarse si la tercera será la vencida o si es tiempo de un “cambio”, tal y como predica el espacio político que integran. Ahí entra Prat Gay en la historia, fogueado por el intendente Germán Alfaro, con quien muestra una estrecha relación desde el 2016 cuando recibió una distinción en honor a su abuelo Zenón Santillán ─intendente de la capital en dos ocasiones─ y cuando fue el invitado de honor en la inauguración del Monumento al Bicentenario. La bendición del jefe municipal al ex funcionario nacional quedó rubricada luego de anunciar que iría por la reelección de la Intendencia, bajándose de la carrera provincial.

La caída de imagen sufrida por el ex director del Plan Belgrano, tanto por su discutida gestión al frente de la cartera nacional como por la causa judicial abierta en su contra por supuestos negociados en Corea del Sur, fue aprovechada por su correligionaria Elías de Pérez, que guardó un silencio ensordecedor para los canistas en plena guerra mediática. A partir de ahí, la senadora se posicionó con denuncias de irregularidades en el Instituto Provincial de Vivienda y Desarrollo Urbano (IPVDU), que terminaron llevando a la Justicia a autoridades de la entidad y mostrándola como la paladín del radicalismo contra el peronismo reinante en la provincia. La aparición de afiches con su cara y la leyenda “Todo es posible juntos” terminó por corroborar su intención de ser profeta en su tierra y olvidarse del revés sufrido en 2015, cuando debió abandonar su pretensión de competir por la Intendencia de capital por Alfaro.

Quien quiera ser el primer nombre en la boleta, primero deberá superar las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Es que, según el portal La Política Online (LPO), desde el Gobierno nacional tomaron la decisión de resolver por la vía del voto las asperezas que generaron el desembarco de Alfonso Prat Gay a Tucumán, especialmente en las filas de José Cano, quien se atrevió a rechazar su ─por ahora─ volátil candidatura. De esta decisión en Casa Rosada surge un cuarto nombre, aunque algo relegado: Domingo Amaya. El compañero de José Cano en la fórmula de 2015 cuenta con el aval del ministro nacional del Interior, Rogelio Frigerio, y en los papeles es quizás el que menos chances tiene teniendo en cuenta que su sucesor en el municipio puja por la llegada de Prat Gay, una figura que arranca de cero y que consideran podría dar el batacazo. Será por eso que hace unas semanas decidió convertirse en el vocero de Nación contra la Provincia, reeditando la pelea más tradicional de estos lares.


Guerra de trincheras en el peronismo

A diferencia de sus pares macristas, la carrera por figurar en la boleta de candidato a gobernador en el Partido Justicialista es brutal; las esquirlas van y vienen por todo el espacio político. Traición, cambio de autoridades, desvinculaciones, reuniones secretas; hay de todo en el mundillo peronista local.

Mientras a nivel nacional el peronismo sigue en la búsqueda de un líder que logre la unidad, en la provincia se da una extraña dicotomía que no alcanza para sentir que el partido se parte en dos pero sí para preguntarse cuál será el rumbo a tomar a partir de 2019, o pocos meses antes: ¿Alperovich o Manzur-Jaldo?

Las elecciones de medio término en 2017 fueron el puntapié inicial para la puja ─al menos de forma explícita─ por el nombre en la boleta. Cambiemos para el Bicentenario le descontó al Frente Justicialista 65.000 votos respecto a las PASO y a las urnas de Fuerza Republicana de Ricardo Bussi le llovieron un 70% más de sobres con votos. Esto último llamó la atención del espacio peronista, que luego de analizar circuito por circuito la merma de voluntades concluyó que hubo un desvío orquestado por alguien de adentro: José Alperovich.

El vicegobernador Osvaldo Jaldo barrió con el alperovichismo en la Legislatura; se convirtió en el brazo armado del manzurismo. Dejó a los fieles al ex gobernador fuera de la mesa de conducción legislativa y sacó del camino a un histórico alperovichista como Sergio Mansilla, que esperaba una resolución de la Justicia para ocupar su banca en el cuerpo deliberativo. Tras el barrido llegó el ajuste a dirigentes que responden al ex mandamás, episodio que terminó sirviendo como “correctivo” para calmar temporalmente las aspiraciones de los pregoneros del Operativo Retorno, que sueñan con el regreso de su líder.

Pese a todo, José Alperovich aún maneja el Partido Justicialista, en manos de su esposa Beatriz Rojkés. A contramano de Juan Luis Manzur, quien hoy por hoy conduce el destino provincial y es uno de los representantes del nuevo orden post-cristinista a nivel nacional, trabaja para mantener a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner vigente y dentro de las líneas justicialistas. Quedó demostrado en la última visita de la actual senadora nacional de Unidad Ciudadana, a espaldas del mandamás provincial. El plan para meterse al bolsillo a los pocos cristinistas confesos que quedan ─o que se muestran─ por estos lares se vio frustrado luego de votar a favor de las reformas macristas en el Senado de la Nación. Desde la delegación tucumana del partido de Fernández de Kirchner salieron a repudiarlo a través de las redes sociales.

El gobernador Manzur juega en un extraño puesto en este partido de clasificación al torneo Sillón de Lucas Córdoba 2019. Ríe, recibe las pelotas, las pasa de primera, gambetea, grita goles y se abraza para la foto con Jaldo y Alperovich. Forma parte de un tridente goleador, pero cada uno con aspiraciones y ambiciones propias. Mientras el actual mandatario provincial enfoca su gestión de Tucumán hacia afuera, su vice aprovecha al máximo las agendas diarias ─a veces con mejores actividades que su jefe político─ para apuntalar su imagen dentro del territorio tucumano. Su antecesor, en tanto, se atribuye conquistas en favor de la provincia en Buenos Aires.

La alianza con el gremio La Bancaria ─opositor acérrimo del ex gobernador─ es quizás la muestra más clara de las intenciones del binomio Manzur-Jaldo para desprenderse de su pasado reciente. El juicio por el crimen de Paulina Lebbos ─caso al que prestó especial atención la cúpula de la asociación─ presenta una oportunidad para dar el golpe de gracia al alperovichismo, algo así como lo que significó el caso Nisman para la ex presidenta Cristina Fernández.