Para su fiesta de 15, el vestido de Atlético

Cuando María Belén Íñigo entró a su fiesta de 15, del brazo de su papá, pequeñas burbujitas flotaban en el aire y el animador, por micrófono, dijo: “Bienvenida Belén: esta va a ser una noche monumental”. Entonces estallaron al cielo papelitos celestes y blancos y, de inmediato, empezó la música: “¡Y dale! ¡Y dale! ¡Y dale, Deca dale!”

Mientras sus amigos y familiares la abrazaban de a uno, la marcha sonaba clarita “¡Sí, sí señores yo soy decano!” y quizás entre tanto cariño se arrugó un poquito el vestido; celeste y blanco, confeccionado por Matilde Mamaní, con más de 100 metros de tiras de vuelo, que en el corsé llevó estampado el escudo del club de sus amores.

Belén había visto, el año pasado, una foto de un vestido de River. “Para mis quince yo quiero uno de Atlético”, se dijo y así lo pidió.

“Es natural que pasen estas cosas”, opinó su papá, Pedro “Tumba” Íñigo, fanático de Atlético, que entre sus glorias destaca haber creado la enorme bandera de Barrio Los Pinos: “70 metros por 17, una bandera récord”. Fue él quien la llevó a la cancha.

Algo habrán sospechado los invitados sobre cómo iba a ser la fiesta de Belén: la tarjeta de invitación simulaba ser una entrada a un partido de Atlético, con fecha del 17 de febrero y lugar en el salón de Ayacucho al 100. Ese fue su Monumental.

Gorritas decanas de cotillón, globos y la torta, todo de un mismo color: para donde uno mire el salón parecía el cielo. Y, en medio de la fiesta, empezó a caer la nieve artificial y Belén se quitó una coronita, se puso un gorro alto y bailó abrazada entre la murga de Los Pitucos: “¡Vamos los Decanos, huevo que ganamos!”, cantaban.

Seguía el baile, seguía el baile. Bombos, trompetas; los pies y las manos para arriba ¡fiesta! y el saludo de Fernando Zampedri que llegó por celular. 

Cuando apareció la madrugada, todos bailaban entre los colores. Belén lucía su vestido de una punta a la otra, alegre, feliz, quinceañera y decana.  Y así le cantaron el cumpleaños: