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Se amanecieron haciendo fila y recibieron una sorpresa

ciudad amigable

Estudiantes de cuarto año del Instituto Cervantes sacaron su proyecto solidario a la calle.




Estudiantes secundarios del instituto Cervantes regalaron, hoy y el viernes, unos 500 desayunos a las personas que pasan la noche haciendo fila en la calle, por un turno para el banco o para el médico.

Antes de que amanezca, en la cocina del colegio hirvió la primera olla de 30 litros de agua. Los estudiantes de cuarto año prepararon los vasos, los saquitos de café, las galletitas y los termos. Los cargaron y salieron a calle, en grupos, a ofrecer el desayuno gratuito. Ocurrió esta mañana y en la mañana del viernes.


Una de las 500 personas que recibió el vaso de café es el señor Celestino Wyer, de 84 años. Él hacía fila, desde las 6, en la puerta del banco Supervielle. “Hermosa sorpresa. El cafecito me va a ayudar a pasar la pastilla”, dijo el hombre.

Don Celestino aceptó el vaso que le ofreció Aldana Juárez, una de las estudiantes de delantal rojo que iba y venía por la cuadra con su termo en mano. “Las personas nos dan las gracias... hasta nos aplaudieron el viernes”, dijo esta mañana, junto a la fila.


Su compañera Solange Vasques, estaba a su par. Cargaba los vasos. “¡Sí! nos agradecen mucho... Y algunas personas nos quieren pagar”. Por la sorpresa, quizás, no entienden de primera que es un regalo.

Nadie da nada hoy en día. Esto es espectacular. Más allá del café, es la actitud”, destacó Miguel Gómez, un señor que vende medias en la esquina de Salta y Crisóstomo Álvarez. Y que unos minutos antes había recibido un vaso calentito.

Los estudiantes fueron a la puerta del sanatorio Cimsa, a las filas de los bancos de la zona y también a la esquina de 24 de septiembre y Alberdi, donde se encuentran las camillas de masajes gratuitas.  


Muchos ancianos doloridos van a hacer fila ahí. Cuando los estudiantes llegaron, los recibieron con una sonrisa.

El proyecto surgió de la profesora de historia Valeria Lobo. Este es el tercer año consecutivo que sus estudiantes salen a la calle a regalar desayunos.  “Yo les prometo que les subiré uno o dos puntos en la materia para que se sumen, pero después cuando empiezan a interactuar con los abuelos ya ni se acuerdan de eso: le ponen el corazón”.

Desde hace dos meses que los alumnos juntan las cajas de café, las bolsas de azúcar y edulcorante y las galletitas para repartir en estos días.


Cada profesor del colegio tiene que llevar adelante proyectos solidarios como este, que involucren a la sociedad tucumana. El año pasado, por ejemplo, juntaron tapitas para el hospital Garraham.

“Hay gente que por ahí no tiene qué desayunar o que salió apurada de su casa”, comentó Nicolás Moyano, de 15 años mientras volvía al colegio a cargar un poco más de agua caliente.


Los estudiantes:

Jesús Águila Aguilar, Juan Manuel Araya, Cecilia Barros, Luciana Beltrán, Sergio Bonkkosky, Rodrigo Cabana, Rocío Castro Legname, Lucas Celenca, Rodrigo Díaz, Gastón Gallo, Luciana Herrera, Alan Ibañez, Aldana Juárez, Facundo Juárez, Agostina Lubo, Maximiliano Marrupe, Nicolás Moyano, Pía Navarro, Pablo Padilla, Martín Paz, Exequiel Pereyra, Luciano Pérez, Solange Vasques, Daniel Zelarayán y Luana Quintana Soto.