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Con el Bebe Acosta todo es más fácil

ANÁLISIS

El volante no para de sorprender, sin importar la posición en la que lo pongan dentro de la cancha. ¿Cuándo le renuevan el contrato?

Foto: gentileza de Adrián Lugones.





En los populares picaditos barriales, siempre se conoció como el “pan y queso” a la modalidad en el que dos jugadores elegían a sus compañeros para empezar a jugar. Los primeros en ser elegidos, siempre eran los más habilidosos, los distintos, esos capaces de cambiar un partido de un momento para otro. O también esos sacrificados que jueguen donde jueguen, lo hacen bien. Allí, seguramente estaba Guillermo Acosta, el Bebe, el pulmón de Atlético Tucumán.


Desde que llegó desde San Jorge, el hombre de Banda del Río Salí recorrió varios sectores del terreno de juego, rotando cual posición se le ocurra al técnico de turno. Desde el Expreso llegó como un media punta, con mucho gol, que podía jugar como volante por derecha, posición en la que más se terminó desempañando en el Decano, pero no fue la única.


Ricardo Rodríguez, primer entrenador en Atlético, lo utilizó, casualmente, en esas dos posiciones, sobre todo en la mitad del campo. Así como también lo hizo Héctor Rivoira y Diego Erroz. Luego apareció el Vasco Azconzábal, que lo tiró más al medio, haciendo del acompañante perfecto del mediocampista central. Allí fue cuando más comenzó a sacrificarse y a perder, de a poco, llegada al arco contrario, pero siendo cada vez más protagonista.


Con Pablo Lavallén alternó entre la banda derecha y el centro del campo de juego. Empezó a encontrar en Rodrigo Aliendro un socio por ese sector, sin importar quién se desempeñe en cada puesto. Con Ricardo Zielinski apareció la opción de lateral derecho, posición en la que ya había sido probado por el Vasco, pero solo como alternativa del momento. Ahora por una necesidad del entrenador.


Los flojos desempeños de Nicolás Romat y David Valdéz hicieron que el Ruso se la juegue por el Bebe como lateral derecho, y nunca defraudó. Los primeros encuentros les costó un poco la adaptación, regalando la marca en algunas oportunidades y cometiendo algunos errores propios de la falta de costumbre al puesto, pero Acosta se acostumbró y se transformó nuevamente en un hombre clave.


La actuación de hoy volvió a ser sobresaliente, desde el minuto uno hasta el 95 que hizo jugar Andrés Merlos. Cortó, marcó, quitó, luchó, jugó, hizo jugar… Hace todo bien y, de yapa, terminó jugando los últimos minutos como volante de contención ante la salida de Nery Leyes. Agradezcan que no tiene 20 centímetro más, sino también se animaba de arquero o centro delantero. Son esos jugadores que deberían quedarse para siempre, aunque su contrato vence en cuatro meses. ¿Qué esperan para renovarlo?