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"Es difícil pensar que este gobierno apueste a la cultura"

BAILARINES DESPEDIDOS

La tucumana Flavia Marcantonio perteneció al Ballet Nacional de Danza que fue recientemente cerrado por el Ministerio de Cultura de la Nación.

Protesta frente al Ministerio de Cultura de la Nación. Foto de Carlos villamayor, quien trabajó como fotografo del ballet.





“No sé qué me depara el año”, dice la bailarina Flavia Marcantonio cuando se le pregunta por la situación del Ballet Nacional de Danza del que formaba parte. El cuerpo dirigido por Iñaki Urlezaga fue cerrado sin previo aviso. “Con medidas como estas es difícil pensar que este gobierno apueste a la cultura”, comenta. 

La tucumana formaba parte del Ballet Nacional desde el 2014, año en el que fue creado bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo. En 2017 pasó a estar manejado por el Ministerio de Cultura de la Nación que terminó decretando su cierre con el justificativo que ya existen otros dos ballet estatales dentro del mismo ministerio. “Nunca fue nadie del Ministerio a una función pero como las entradas se sacaban por internet sabían que se llenaba”, afirma Flavia.

Flavia empezó a bailar cuando tenía 8 años y nunca paró. A los 18 ingresó en Ballet Clásico Estable de la Provincia. Hace Cuatro años se mudó a  Buenos Aires para formar parte del Ballet Nacional de Danza. Ella ya había tenido experiencias previas de trabajo con Urlezaga al formar parte de las giras europeas del Ballet Concierto, compañía privada del director.


El Ballet Nacional de Danza fue creado bajo el nombre de Ballet de Danza por la Inclusión. Su objetivo de acercar la danza clásica a un público no tradicional y formar bailarines del interior del país sin posibilidad de llegar hasta la Ciudad de Bueno Aires, donde suelen funcionar las grandes compañías.

“Había veces que bailábamos en canchas de fútbol o lugares en los que no se vería jamás este tipo de espectáculos”, recuerda Flavia. Durante el año se realizaban más de 90 funciones, todas con entrada libre y gratuita. “Las entradas se agotaban con una semana de anticipación, había un interés de la gente por ver estas propuestas”, sostiene la bailarina.

La compañía además de hacer funciones en lugares en los que no eran habituales, hacían clínicas. De esta forma daban acceso a la formación a bailarines de todo el país.



Iñaki era el primero en llegar y el último en irse, los ensayos duraban ocho horas”, comenta la bailarina. “Él ama el baile y hace que saque lo mejor de cada uno de nosotros, se veía en el producto final”.

El cuerpo estaba formado por más de 80 personas entre bailarines, kinesiólogos y técnicos. Todos habían realizado audiciones para poder formar parte, en el caso de los bailarines estas se realizaron en todas las provincias. El ballet tenía un carácter federal en su composición, no solamente en su agenda.

“El costo de mantener el ballet es mucho menor que lo que invertido, no solo en la capacitación sino en vestuarios y escenografía”, resalta Flavia. “Se podrían hacer funciones de obras anteriores buscando sponsors o encontrar una vuelta para que esto siga”.

Los bailarines esperan que haya una instancia de negociación con el ministerio ya que esta fue una decisión abrupta cuando ya existía una planificación anual. “Hay muchas vías para que esto siga adelante y no se pierda todo el trabajo pero es necesario que quieran sentarse a hablar”, sentencio la bailarina.