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Flores y aplausos: Abel Pedraza, el Jardinero de la República

GENTE DE ACÁ

Cuida, poda y riega la vegetación de Casa de Gobierno. Heredó de su padre Alberto el oficio y celebra la vida de cada hoja: "Quiero que brillen todas".

Pedraza hijo mantiene bella la Casa de Gobierno, uno de los palacios más hermosos de Latinoamérica.





La historia del Jardinero de la República empieza en el pulmón de Tucumán: en el Parque 9 de Julio, papá. Hay que perderse en los senderos de Carlos Thays, pedir los cuadernos de Espacios Verdes y llegar hasta la P, de pulmón, de parque, de papá y de Pedraza. Con sus manos gruesas y callosas de machete y tijera, pero limpias y sensibles para tratar una flor y no deshojarla en el intento, nuestro héroe se moja el dedo y señala la lista de los jardineros matriculados en la provincia: "Pedraza, Alberto, es mi padre; Pedraza, Abel, soy yo. Mi padre está de vacaciones y este año se jubila. Ahora el jardinero de la Casa de Gobierno soy yo".

La historia de Abel Pedraza continúa en el corazón de Tucumán, frente a Plaza Independencia, ante la vista de todos los caminantes que pasan por la Casa de Gobierno, uno de los edificios arquitectónicos más bellos de Latinoamérica y cuyo jardín, en el Jardín de la República, no puede estar en mejores manos. "Es como el jardín de mi casa, lo cuido así, es muy importante para mí el trabajo que hago".

Don Alberto Pedraza, padre de Abel, lleva más de 20 años en Casa de Gobierno: él plantó los árboles y las flores que ahora riega su hijo. "Nos capacitaron en Yerba Buena. Un ingeniero agrónomo nos enseñó cómo se cuida el césped, cómo se nivela, cómo se drena. El cuidado de las plantas, cómo se hace un injerto, cosas básicas de jardinería, pero mi padre me ha enseñado cómo cuidar las plantas, las plantas son un  ser vivo y hay que cuidarlo constantemente como si fuera un animal. Él me enseñó que esto es un oficio", aclara el jardinero que entró en funciones hace cinco años.

Don Alberto y Abel Pedraza, la generación de jardineros que dejan pipí cucú al jardín de la Casa de Gobierno.

Entre los árboles y las flores que manguerea Abel, están las palmeras que decoran la Casa de Gobierno, al costado de la rampa de acceso para las camionetas blancas Hilux que suben y estacionan frente la puerta principal, mientras Pedraza hijo le da forma a las copas con la tijera de podar y sus viajes ida y vuelta son con la bordeadora.

“Estas palmeras las pidió Bussi y mi papá las plantó durante su gobierno, en el 95. Tenemos dos especies de palmeras: las de sombra que se usan en las oficinas de la Casa de Gobierno y las cocoteras, que son las que están a la vista de todos, largas. No dan cocos. Crecen de la misma raíz, pero unas son para macetas y éstas que dan a la 25 de Mayo crecen en un vivero y vienen a plantarse en el jardín para que tengan esta formación gigantesca”.

Abel Pedraza habla rápido, y sabe mucho. Cruza sus brazos por detrás de la camisa Pampero de gabardina beige. Parece que está dando un examen oral, como cuando rinde las materias de Historia, la carrera que cursa en la Facultad de Filosofía y Letras, de vuelta al punto inicial de su vida: en el Parque 9 de Julio. “Me gusta instruirme, leo mucho, veo documentales. Cuido a cada hoja como si fuera la última. Saco las quemadas, podo las secas. Quiero que brillen todas”.

La manutención del jardín del Jardín de la República le lleva tres semanas: este miércoles es un día especial para Abel porque está regando rosas highberg, las que él mismo plantó, más chiquitas que las comunes, menos carnosas, pero que dan flores todo el año: “Ahora está lleno de turistas que se sacan fotos frente a Casa de Gobierno. Y nuestro jardín aparece de fondo. Me llena de orgullo que la gente se interese por nuestra provincia. Nuestro clima se presta para que tengamos todas estas flores. Por algo somos el Jardín de la República, ¿no?”