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"Si me hacen precio, vuelo"

ADIÓS, NATALIA

Natalia Vargas murió por un descuido. La médica tucumana se encontraba haciendo una residencia en Alemania y había vuelto a Tucumán para pasar las fiestas. Su familia pide Justicia. Uno de sus amigos reconstruyó sus últimos minutos antes de saltar a su primer y último vuelo.

Natalia Vargas. (FOTO: Facebook de Natalia)





─¡Se ha caído! ¡Se ha caído, boludo!─ gritó uno de los amigos de Natalia Vargas, mientras su primo filmaba el primer y último vuelo de la médica que había venido a Tucumán a pasar las fiestas de fin de año con su familia, y que murió luego de caer desde unos 200 metros desde un parapente biplaza. Fue el viernes 29 de diciembre. Una semana antes, el sábado previo a Nochebuena, se había juntado con un grupo de amigos a comer asado desde el mediodía hasta la noche para celebrar su regreso temporal. En esa reunión fue donde surgió la idea de que Seda Ercanoglu, una amiga alemana que la acompañó desde el país germano, conociera el cerro y volara en parapente.

Natalia nunca se había subido a un parapente, contrario a la información que se publicó en diversos medios en las primeras horas de la tragedia. De hecho, la decisión de volar la tomó en el auto en el que fue hasta Loma Bola, en plena ruta 340, que une Yerba Buena y San Javier. "Si me hacen precio, vuelo", le dijo a uno de los amigos que la acompañaba, entre bromeando y en serio.

Ese mismo día, en Buenos Aires, Paula Ases ─amiga de Natalia desde los siete años─ recibió un llamado que la estremeció. No recuerda qué estaba haciendo cuando contestó ni cómo hizo para llegar tan rápido al aeropuerto para venir hasta Tucumán; en su memoria aún resuena la voz que le avisó que su amiga estaba desaparecida. Cuando llegó, el peor final ya estaba en los portales de noticias.

"Con ella todo era risas", recuerda Paula. El grupo con el que subió al cerro era uno de los tantos grupos de amigos a los que pertenecía. Sus amigos aseguran que Natalia tenía una personalidad especial que le permitía hacer amistad muy fácil. "Medio Tucumán la quería. A quien le preguntés seguro se acuerda de ella porque te hacía reír todo el tiempo", dice Ases.



Al llegar a Loma Bola, Vargas y sus amigos permanecieron algunos minutos observando cómo otras personas se lanzaban al vuelo con pilotos que ofrecen sus servicios biplaza en el complejo turístico. Recuerdan haber visto cómo explicaban detalladamente a los pasajeros cuestiones de seguridad y maniobras de despegue, cosa que aseguran no pasó con la médica y su compañera alemana. "Fue todo a las apuradas", reclama quien vio a Natalia deslizarse a través de los arneses y caer al vacío, y que prefirió preservar su identidad.

El grupo se separó en dos, una parte se quedó cerca del bar que funciona en el lugar, mientras que el testigo de la tragedia y su primo acompañaron a Natalia y a Seda a contratar el viaje con los últimos pilotos que quedaban en el lugar: Eduardo Deheza y Ariel Salazar.

A diferencia de Deheza, Salazar no figura en el listado de pilotos habilitados por la Federación Argentina de Vuelo Libre (FAVL). Sergio Bujazha, administrador de Loma Bola, asegura que sí está habilitado y que su ausencia en la nómina puede deberse a una falta de actualización de la página. "Hace un mes y medio fue a Buenos Aires para capacitarse en vuelos biplaza; hace 25 años que es piloto", asegura. En total son siete los pilotos tucumanos que exhibe la FAVL: Bujazha, Federico Carona, Carlos Fara, Mercedes Gijón, Víctor Lebon, Mario Sueldo y el ya mencionado Deheza.

Una vez cerrado el acuerdo, los pilotos procedieron a preparar a sus pasajeras. La preparación fue fugaz. Mientras filmaban, nadie se percató de que las perneras de Natalia estaban sueltas. Sólo uno de los que acompañaba a la médica había experimentado el vértigo de volar en parapente, pero tampoco se dio cuenta del detalle que terminó siendo fatal.

Natalia fue la primera en salir. Corrió y saltó tres veces hasta elevarse. En el video se puede escuchar la preocupación de uno de sus amigos que notó que su mochila no estaba bien acomodada. Otro de ellos contestó que el equipo se acomodaba una vez en el aire. 

─Está mal ubicada.
─No, después se acomoda bien.
─¡Hacela girar!─ grita una tercera persona que no pertenece al grupo de amigos de la médica.
A los segundos desapareció entre la yunga tucumana. Luego fue el turno de Seda. La médica apareció nuevamente ante la vista de sus amigos cuando la alemana se perdió entre la vegetación, alrededor de las 15:05. Mientras intentaban enfocarla, pasaron poco más de cinco segundos hasta que ocurrió la tragedia.

El testigo de la caída corrió hasta el otro grupo para avisarles lo que había pasado. Ninguno dio crédito a sus palabras hasta que el piloto que llevaba a Seda aterrizó sorpresivamente en Loma Bola a los pocos minutos de despegar. Algo grave había pasado. No les dijo nada. Inmediatamente dos de los integrantes del grupo bajaron en auto hasta la Comisaría de El Corte para realizar la denuncia. Según ellos, nadie del club los siguió con las mismas intenciones.

"Nos alejamos, no me podía contener. No quería que Seda me viera así porque no le íbamos a poder explicar lo que había pasado", explica el testigo de identidad reservada, que luego agarró el auto y bajó sin recordar demasiado el camino hasta la Comisaría. Cuando llegaron se encontraron con el piloto. "Con cara de piedra nos dijo que Natalia apretó los botones de las perneras y se soltó", afirma.

Los expertos aseguran que la ausencia de perneras fue la razón del desenlace trágico. El propio Bujazha admite el error humano de Salazar, pese a que la versión inicial del piloto apuntaba contra la víctima. "Se salteó dos momentos esenciales: ajustar los arneses y hacer un chequeo de los últimos puntos de anclaje", indicó. Así está también detallado en el reglamento general de la Federación Argentina de Vuelo Libre, que establece que las perneras son parte fundamental del equipo y que deben ser revisadas antes del vuelo.

Otros cinco parapentistas llegaron a la Comisaría luego de Salazar. Todos intentaban calmar al grupo de amigos y contaban anécdotas de situaciones similares en las que las perneras de los pasajeros no habían sido ajustadas, pero que no habían terminado en tragedia. "Uno de los pilotos llegó a decir que una vez alguien le tuvo que pegar una piña a una chica para que se calmara y así evitar su caída", cuenta uno de los jóvenes.

El cuerpo de Natalia fue hallado a unos 300 metros de la pista de despegue. Cayó en un arroyo que desemboca en el Río Muerto. Fue posible llegar hasta ahí por la ubicación enviada a través de WhatsApp por el piloto que la llevó, que sobrevoló la zona antes de aterrizar.




Aproximadamente a las 16, Pedro Rodríguez Zalazar, capitán de Bomberos Voluntarios de Yerba Buena, recibió el llamado para participar del rescate. Él y otros tres rescatistas juntaron su equipo de rescate de alta complejidad y partieron rumbo al country de Los Azahares, donde se apostó inicialmente la base de operaciones del Sistema Provincial de Salud (SiProSa). Una vez en el lugar, alguien advirtió que era más fácil acceder a la zona indicada a través de una finca cercana. Entonces decidieron trasladarse hasta ahí.


La doctora Alexia George dirigió el equipo de SiProSa ese viernes. Se dispusieron dos ambulancias: una de alta complejidad para trasladar a Natalia y otro para asistir a familiares y amigos de la médica. "Se la presumió con vida hasta el último momento", asegura. Natalia no era una extraña para Alexia; habían sido compañeras de guardia en el Centro de Salud Municipal Ramón Carrillo de Yerba Buena, en 2015. "Era una persona amable y alegre, una persona divina", recuerda.

Bomberos, Grupo Cero y unos cuantos integrantes del Club de Vuelo Libre Los Caranchos, que administra Loma Bola, comenzaron el ascenso para hallar a Natalia minutos antes de las 17. "La idea siempre fue encontrarla con vida", asegura Rodríguez Salazar.

El terreno era complicado. La subida se realizó a pie a través de un arroyo que en la parte baja está seco, pero que más arriba se moja por las vertientes del cerro. Luego de dos horas y media llegaron al lugar indicado por el piloto. No pasó mucho tiempo desde el inicio del rastrillaje hasta que uno de los parapentistas encontró el cuerpo. ─¡Acá está!─, gritó.

Natalia estaba en suelo firme, a menos de dos metros del arroyo, del lado sur, entre los árboles. Ya se le había escapado la vida. Eran las 19:30.

Los rescatistas permanecieron en el lugar durante casi una hora, hasta que Criminalística dio la orden de bajarla. La subieron a una camilla y comenzaron el descenso. Llegaron a la finca cerca de las 00:30 del sábado, después de cuatro horas y media de caminata.



Desde el círculo íntimo de Natalia se preguntan qué pasó con la cámara que iba filmando el vuelo, que según ellos no cayó junto con la médica. Consideran clave para la causa lo que quedó registrado en ese video.

"Quiero que dejen de torturarnos diciendo cosas que no son y que se haga Justicia", pide Paula Ases, a la espera de que la Fiscalía a cargo de la fiscal Mariana Rivadeneira cite a declarar a quienes compartieron con Naty sus últimos minutos de vida, mientras surcaba el cielo tucumano de las fiestas.