Top

Río Seco tuvo su primer cumpleaños en 347 años de historia

Historias de acá

Los vecinos se reunieron en la plaza principal para escuchar parte de la investigación que realizó un par de docentes preocupado por conocer los orígenes del pueblo.

Los vecinos se reunieron a escuchar la historia del pueblo.





Este 7 de diciembre Río Seco cumple 347 años pero, por esas cosas de la historia, recién anoche tuvo su primera fiesta de cumpleaños. Los vecinos se organizaron para llevar sidra, tortas y fuegos artificiales para festejar que su pueblo finalmente tiene una fecha certera para festejar.

Todo comenzó hace más de un año, cuando los docentes Eva Ibáñez y Mario Carrizo se embarcaron en la tarea de escribir un libro para rescatar la historia del pueblo ubicado a 79 kilómetros al sur de San Miguel de Tucumán. Uno de los aspectos que quitaban el sueño de los autores era determinar la fecha de fundación de la ciudad reconocida a nivel provincial por sus pesebres.     


“Gracias a una reseña del diario El Tiempo, publicada en el año 1986, en ocasión de los 50 años de la creación de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, nos enteramos que la fundación tuvo lugar el 7 de diciembre de 1670 a propuesta del alférez Felipe García de Valdez, que se desempeñaba como sargento mayor cabildante durante los tiempos de la colonia”, relató Carrizo, con la satisfacción de haber encontrado el dato que necesitaba para contrarrestar las versiones que circulaban sin ningún tipo de evidencia. 

“En el siglo XIX ya se conocía la primitiva aldea que era solamente un caserío; algunos dudan, dicen que Río Seco no puede tener tantos años. Pero la realidad es que los primeros pobladores fueron desobedientes, se fueron de La Toma, hartos de tanto trasladarse”.

La historia sigue en 1888, cuando el gobernador Lídoro Quinteros, funda la Villa que lleva su apellido a pocos kilómetros de Río Seco. Desde entonces, ambas localidades forman un conglomerado urbano que en la actualidad cuenta con poco menos de 10 mil habitantes. 

“Cuando emprendimos este proyecto fue convencidos de que la historia no puede tener infinitas versiones, según a quien le convenga. En Río Seco sucedía que cada delegado comunal tenía una historia distinta acerca de la fundación de nuestro pueblo”, se sinceró el docente. 

El destino quiso que cuando el libro que lleva por título Tucumán, Rio Seco, mis pueblos, mis raíces” estuvo impreso, en septiembre del año pasado, Eva sufrió una complicación de una enfermedad que padecía desde hace muchos años. “Lo tuvo en sus manos y al poco tiempo falleció. Yo sabía decirle que a las cosas hay que darle su tiempo y no dejarlas para mañana, porque nunca sabemos qué puede pasar”, recuerda Mario, quien en ese mismo momento se puso en campaña para que Río Seco, tal como fue la voluntad de su compañera, tenga su aniversario.

La fiesta se organizó como se organizan las fiestas en los pueblos: con el sabor del bizcochuelo casero y el calor del abrazo de aquellos que se reencuentran después de muchos años. Se dispusieron tablones en la plaza San Martín y poco a poco empezaron a llegar los invitados. Mario reconoce que estuvo preocupado hasta último momento porque el Decreto 2057 de la comuna -que declara el 7 de diciembre como la fecha oficial de fundación- llegó a último momento.  Recién entonces, un locutor procedió a leer una versión resumida de la historia compilada por Eva en colaboración de Mario, ante el asombro de los presentes. A las 23:45 los vecinos entonaron el Himno Nacional y, cuando el reloj marcó la medianoche, explotaron las luces de colores en cielo en medio de aplausos emocionados.



 
Río Seco, su gente y su historia

La riqueza cultural de fuerte raigambre religiosa hacen a la identidad constitutiva de Río Seco, según relata Mario. “El pueblo ha tenido muchas vocaciones sacerdotales. Una de sus características es que cada uno de sus diez barrios tiene una capilla con sus correspondientes advocaciones, que son elegidas por los propios vecinos”, detalló. Un dato no menor es que fue designado “Capital Provincial del Pesebre” por la tradición que viene de hace décadas de armar los establos que albergan a la Sagrada Familia en las mismas veredas para su adoración. 

“El origen de esa costumbre se remonta a la época en que las familias formaban colonias en los alrededores del Ingenio La Providencia, al pie del Aconquija. Allí, realizaban sus pesebres en la casa”,  contó Mario. Luego, a raíz de la política de cierre de ingenios en la década del 60 por orden del General Juan Carlos Onganía, en el Barrio Obrero se instauró la costumbre de sacarlos a la vereda. Esta modalidad se fue extendiendo “al punto que la misma comuna se ocupaba de proveer de musgo traído del monte a los pobladores de la ciudad”, completó.  

Ya en el año 1969, el pesebre más importante se armó en la capilla de Nuestra Señora de la Providencia, ubicada en un predio camino a la fábrica. Sin embargo, los años pasaron y en la década del 90 la privatización del Ingenio, que quedó en manos de la firma Arcor, cerró la escuela, el hospital y la vida de las colonias cambió para siempre. La mayoría de los vecinos se instalaron en donde hoy se concentra la actividad de la ciudad y, por eso,  ahora piden que la iglesia se ubique frente a la plaza donde anoche se realizaron los festejos. 

La propuesta radica ahora en que la antigua capilla del ingenio, -que suma 86 años-, cumpla la función de un museo y que la iglesia como tal funcione en el corazón del pueblo, en un terrenos que pertenece a la Acción Católica Argentina (ACA) ubicado frente a la plaza. “Ya se construyó un oratorio de adoración y el proyecto indica que seguirá con un salón de catequesis para terminar en el traslado de la parroquia”, anticipó Mario. 

Capilla del Ingenio La Providencia


Un mar de cañas dulces

Mario se sumó como colaborador al proyecto de Eva entusiasmado por hacer un viaje al pasado a través de las anotaciones, fotografías y recortes de diarios y revistas que tenía guardados su padre, un ex trabajador del Ingenio La Providencia que colaboró con la construcción de la capilla y su denominación.

“Cuando estoy a punto de cumplir los 60 años recuerdo los pesebres, la vida en las colonias,  he conocido cómo era el pueblo antes de que el Ingenio entrara en quiebra y llegue la empresa Arcor a privatizar para poner más cañas. En esa época no quedó nada: ni escuela, ni hospitales, de esos tiempos sólo queda la calle que une a la fábrica con Sargento Moya, el mismo camino que llevaba a las colonias”, resume el docente. 

“Con Eva fuimos vecinos en la Colonia 1, teníamos recuerdos en común de las distintas instituciones, fue un gran trabajo que ahora tenemos que difundir con permiso de sus familiares; me gustaría que el libro sea utilizado en las escuela”, añadió y contó que el material también incluye poesías sobre el terruño.

Cuando llega el tiempo de contar qué es lo más lindo que tiene su pueblo, Mario no vacila: “Rio Seco es la tierra donde uno ha nacido; es la cuna que uno deja cuando es niño y que, cuando está lejos, añora su calor; tiene el sentimiento de la familia, de la niñez, de la religión, no se pueden olvidar las andanzas al río a pescar, meterse en ese mar de cañas que permite saborearlas tiernas y más dulces que en ningún otro lugar”.   


Desde este año -y por decreto- Río Seco tendrá una seguidilla de celebraciones: el Día del Azucarero (6 de diciembre), el día de su Fundación (7 de diciembre) y el día de la Inmaculada Concepción de María (8 de diciembre).