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La sombra de Alperovich y la construcción de un nuevo estilo de conducción política

OPINIÓN

El periodista Martín Faciano analiza las diferencias en el manejo del poder entre el gobernador Juan Manzur y su antecesor José Alperovich. Plantea un escenario borroso para el actual senador nacional, refugiado en un clamor propio en busca de un regreso triunfal al sillón de Lucas Córdoba.


Aunque un importante sector de la dirigencia política y del periodismo se esfuercen en construir a Juan Manzur como un actor subordinado a las pretensiones del ex mandatario,  ya en su campaña previa al fatídico agosto de 2015, el ex Ministro de Salud de la Nación  se encargó de explicitar en diferentes círculos dirigenciales que él no es ningún títere de nadie y que José Alperovich no es el padre de la criatura.


Manzur llegó a la Gobernación en 2015, con el peronómetro en la mano y con la ilusión de conducir al justicialismo. Para ello, el actual barón provinciano supo jugar bien sus fichas, y apelando a su experiencia en el conurbano bonaerense pudo reforzar así un capital político que todavía ostenta, y del cual carece su antecesor: su justicialista legitimidad de origen.


Pero la  mayoría de la dirigencia política de Tucumán, profundamente determinada por la experiencia alperovichista, no comprende el estilo de conducción y de ejercicio de poder que realiza el actual Gobernador. Por eso, como corderitos en la noche, varios dirigentes (sobre todos los derrotados y los que quedaron fuera en 2015) trabajan para el retorno de su pastor.


Sabido es también que son  constantes las quejas por los pedidos de audiencias que el Gobernador en funciones ni siquiera responde. Pero las mismas, en realidad,  hablan mucho más de los dirigentes, que demuestran escasas capacidades de interpretación y asimilación de un nuevo estilo político, que del mismísimo Doctor, que tan bien supo oflar para llegar adonde está hoy.


Cuando asumió Manzur como Gobernador de la provincia, encontró  en muchos cargos jerárquicos y estratégicos a una gran cantidad de funcionarios designados por Alperovich, y abiertamente identificados con la conducción del Senador durante el período de su gestión, y más allá de ella también. Pero, lejos de confrontar con aliados y desgastarse pensando, o intentando, como fidelizar la estructura del Estado y construir la fuerza propia, Manzur ejerció un estilo libre que si bien no cautivó mayorías, le posibilitó pasar la mitad de su gobierno sin mayores sobresaltos.


Esta corta experiencia como Gobernador, muy diferente a su gestión como Ministro de Salud, de alguna manera lo terminó de definir como sujeto político: Se mueve solamente por arriba, en lo superficial (no por ello en lo simple). Manzur es, en hoy un pez gordo en el mar del peronismo, y nada solamente arriba, rodeado de sus pares. No baja hasta el barroso fondo del territorio, porque los cardúmenes de abajo no le son propios, y pareciera que tampoco  tuviera intenciones de que lo sean. Por eso el Presidente del Zicosur, cercano a los CEOs de los grandes laboratorios (esos que bajaron de un plumazo a José Cano como posible Ministro de Salud de la Nación), puede tercerizar tranquilamente las relaciones con los Intendentes y los delegados comunales de la Provincia. Por eso mismo, también tiene margen para dejar que el PJ provincial siga siendo una cáscara vacía, mientras puede darse el lujo de traer a su par cordobés o al ex embajador Lousteau con cualquier excusa, para así desde Tucumán mandar mensajes a la Casa Rosada, al resto de los Gobernadores, al empresariado y al peronismo nacional.

La antítesis del estilo que viene construyendo hasta hoy el actual mandatario, es el que viene puliendo su antecesor. Mientras Manzur opta por potenciar su proyección nacional ampliando el campo de batalla, el ex gobernador demuestra haberse replegado a la cuestión territorial provincial, negándose a apostar a revalidar su liderazgo asumiendo un protagónico rol en el Senado, lo cual, sin duda alguna, le hubiese resultado un durísimo desafío al ex radical hablar poco fluído.


Así, cuando Manzur se arriesga en un All-in, Alperovich, apelando a la economía de fuerzas, apuesta a lo seguro:  la Gobernación del 2019. Partido chivo que se jugará en Tucumán, en un territorio y con los jugadores a los cuales el ex mandatario conoce en demasía. Es por ello que hoy Alperovich se focaliza en el roce territorial, y recurre a la lógica de la franela, los abrazos a las doñas  y la palmadita en la espalda al remanente de dirigentes que conforma la comitiva que lo acompaña, vaya donde vaya.

Más allá de los estilos, esta reconfiguración en el esquema de poder provincial, desdibujó la figura de José Alperovich, quien independientemente de su poderío económico y simbólico, seguramente debe haber experimentado de manera traumática lo que significó el desplazamiento del poder real y político que implicó su retiro involuntario del sillón de Lucas Córdoba. Por eso, desde el primer día en que Alperovich dejó de ser gobernador, optó por asumir una dinámica proselitista que quedó plasmada en las redes sociales, fundamentalmente en su cuenta de Twitter donde él aparece en el centro de la escena en el 90% de las fotos que sube.


Una mezcla de política-selfie con El Día de la Marmota. Así transcurren los días del ex Gobernador, mientras espera que un operativo clamor, orquestado por él, lo devuelva al lugar del que no le hubiera gustado irse.