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¿Qué es la copa menstrual y por qué cada vez más tucumanas la utilizan?

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Quienes adoptaron este método aseguran que es económico, ecológico y hasta más higiénico que las toallitas y los tampones.

Imagen ilustrativa.





Cada vez son más las tucumanas que abandonan las toallitas higiénicas y los tampones atraídas por una nueva opción: la copa menstrual. Quienes adoptaron este método alternativo aseguran que es mucho más económico, ecológico, higiénico y saludable para la mujer. Por eso, las consultas aumentan a medida que se valoran cada vez más las soluciones prácticas para la vida diaria. 

“Conocí la copa menstrual a través de mi hermana, que la adoptó por ser una alternativa más ecológica que los tampones y las compresas”, contó Carolina Murcani, una médica de 26 años que compró su primera ‘copita’ hace dos años. Luego de mucho investigar y verificar que en Tucumán no se comercializaba, hizo el pedido a Buenos Aires y comprobó las ventajas en primera persona. Tiempo después, decidió lanzar su propio emprendimiento en la Provincia.

“En países europeos, como Alemania o España, el uso de la copa menstrual está muy extendido al igual que en países latinoamericanos, sin embargo, aquí es algo que percibimos como innovador”, describió la joven de 26 años que planea especializarse en ginecología.

La ‘copita’ es un recipiente de silicona médica que se introduce en el interior de la vagina durante los días de menstruación para recoger el flujo. Debido a que el material es flexible, se adapta a las paredes vaginales sin generar molestias, aún en las mujeres que practican deportes. Según las indicaciones, la copa se puede llevar puesta entre 6 y 12 horas corridas y el uso es ilimitado debido a que se puede poner y sacar cuantas veces sea necesario. Una vez que termina la menstruación, se la esteriliza para guardarla hasta el mes siguiente. Y así, durante sus diez años de vida útil. 


Un detalle a tener en cuenta es que la copa menstrual, al igual que los tampones, se comercializan por talles que se calculan tomando en cuenta factores tales como la contextura física, la cantidad de flujo, la edad, si la usuaria tuvo partos vaginales o si practica deportes.

“La edad es un factor importante porque las mujeres estamos influenciadas por hormonas; a medida que nos vamos desarrollando, el canal vaginal se hace cada vez más blando. Por eso, a partir de los 30 años, generalmente necesitamos un talle más grande”, especificó Murcani

La médica utiliza Facebook para difundir los diferentes aspectos que pueden generar temores sobre la copa: desde cómo colocarla hasta los diferentes materiales hipoalérgenicos con los que se fabrican actualmente para evitar contratiempos. 

“Si bien hay chicas que utilizan la copita desde hace 10 años porque la compraron en el exterior, hay otras que recién la conocen porque nunca tuvo mucha difusión en nuestro país por sus ventajas. Es evidente que su uso extendido podría ocasionar problemas a la industria”, analizó la médica. 


Ventajas con perspectiva de género

Quienes adoptaron la copa menstrual como método para los días de menstruación aseguran que es significativamente más económico. Se hace una inversión inicial que ronda los $700 a cambio de no incurrir en un gasto mensual de $100 o $120 pesos en toallitas o tampones.

“Una mujer gasta muchísima plata en toallitas o tampones. Para dar un ejemplo: una caja de tampones de 20 unidades estaba a $60 pesos. Teniendo en cuenta que la duración de cada uno es de 4 horas como máximo, se necesitan dos cajas por mes para estar cubierta. En base a ese cálculo, la inversión de la copa se recupera en seis meses”, expuso Murcani.

Pero además del factor económico, también existe la necesidad de reducir el impacto ambiental con nuevos hábitos de consumo. Según los cálculos, una mujer genera 65 kilos anuales de basura sólo en desechables. Si esa cifra se multiplica por millones, la cifra obliga a pensar en alternativas más amigables con el medio ambiente durante el período menstrual.

“Una vez que me decidí a comprarla, la tuve mucho tiempo guardada porque no me animaba a usarla”, se sinceró Virginia García, quien se desempeña como educadora ambiental. “Una vez que la probé, descubrí que es muy cómoda y, lo más importante, es que reduzco un montón las toallitas higiénicas”, valoró. 


Una cuestión de salud

Los nuevos tiempos y una conciencia más acabada de las mujeres en relación a su género, dispararon debates cada vez más interesantes sobre diferentes aspectos, entre ellos los relacionados a la necesidad de un abordaje integral de su salud

En este sentido, tanto Murcani como Fernanda Fernández, activista de Mala Junta, hicieron hincapié en los trastornos frecuentes que traen acarreados la utilización de tampones y compresas, tales como irritaciones, alergias, hongos, bacterias o cólicos menstruales. 

“En Argentina se protege fuertemente la industria del algodón, por eso, la alternativa de la copa menstrual nunca tuvo mucha difusión”, apuntó Fernández, quien junto a sus compañeras venden las copas a un precio cercano al de costo como una forma de contribuir a la causa. “El primer día que abrimos nuestra página en Facebook recibimos 19 consultas de mujeres que querían saber qué era la copa y cómo se usaba”, recordó. 

Murcani, por su parte, agregó que “siempre se nos acostumbró a tenerle asco a nuestra sangre, nos dijeron que es algo sucio que no tenemos que tocar prácticamente, por eso tuvieron éxito los productos que se sacan y se tiran”. Sin embargo, “cada vez hay más evidencia de que las dioxinas presentes en estos productos, en combinación con la humedad, generan diferentes trastornos”, completó la médica. 

Fernández, en tanto, señaló que desde Mala Junta están brindando charlas a adolescentes para despejar dudas de todo tipo. “Desde dónde y cómo colocarla hasta qué pasa si se ‘pierde’ en el cuerpo”, repasó dejando claro que el objetivo es cada vez conocer más y temer menos sobre el propio cuerpo, su naturaleza y sus posibilidades.