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El sodero de la bicicleta

oficios ciudadanos

Don José Antonio Alderete dice que ama su trabajo porque la bicicleta es libertad. El repartidor de barrio Norte, va y vuelve tres veces por día a San Cayetano, donde vive y carga los sifones. Miralo pedalear por la ciudad en un breve video.





Don José Antonio Alderete riega todas las mañanas el frente de su casa, en San Cayetano, y, después de desayunar, cruza la calle hasta la fábrica de soda del barrio, donde llena la primera tanda de los sinfones que repartirá en su bicicleta durante el día.

Desde temprano, pedalea hasta el centro de la ciudad, barrio Norte, donde tiene la mayoría de los clientes. “Amo este trabajo, este trabajo es libertad; andar en bicicleta es libertad”. 


En su bicicleta de carga, se lo ve con sifones detrás y delante suyo; es un hombre de estatura mediana, de gorrita, que avanza entre los autos y se detiene en los ingresos de los edificios. Sus ojos claros hacen juego con su vestimenta de trabajo preferida: la camiseta de Atlético Tucumán. 
 
“Conversar todos los días con los clientes es hermoso. Aunque ya no son clientes, son amigos. La gente es hermosa. Cuando uno ofrece cariño, siempre lo recibe de vuelta. Es verdad eso que dicen que uno cosecha lo que siembra”, dice José, entre sus sifones que llevan la marca El Progreso.

Don José tiene 65 años y hace tres años que reparte soda arriba de una bicleta. “Mis amigos me dicen: cuidate, ya estás grande. Mirá lo que es el tránsito en el centro. Buscate otro vehículo”.

En diciembre compró un motocarro, pero antes de sacarlo a la calle, una de sus perras tuvo crías entre las ruedas y no quería molestar a los cachorros. “Ahí tuve la excusa perfecta para seguir en la bicicleta” 

Cuando los cachorros se hicieron grandes, se habían comido los cables. Y arreglarlos siempre es una complicación porque, a palabra honesta, Don José quiere seguir en la bici. 


Por día vende unos 20 cajones diarios. Como en su bicicleta carga hasta siete, va y vuelve tres o cuatro veces por día hasta su casa. 

“Cuando trabajaba en el banco, sólo tenía un mes al año para andar en bicicleta. Ahora la disfruto todos los días”, cuenta Don José, quien fue empleado desde 1973 hasta 1992 en el Banco Comercial del Norte. Después fue canillita, canillita y sodero a pie, y desde 2013, es sodero en bicicleta.

Padre de dos hijos, profesores de educación física, y abuelo de tres nietos, Don José es muy creyente aunque no practica su religión en alguna iglesia. “Yo tengo mi espacito en el fondo de mi casa para encontrarme con Dios”.

Hombre de muchos amigos, por las tardes busca a su nieto del colegio Belgrano, donde también se lo ve pedalear, mientras lleva algunos sifones sobre la rueda delantera.