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El "fuego amigo" en el PJ y la peronización de Cambiemos

OPINION

Periodista y militante sindical, Martin Faciano analiza las nuevas internas que deberán sortear las alianzas en el peronismo y macrismo tucumano de cara a 2019. Asegura que dirigentes peronistas mandaron a votar a Bussi.


Con la culminación del proceso electoral, y los resultados que arrojaron las votaciones, ha quedado de manifiesto que la disputa por el poder político provincial en el año 2019 será cuanto menos interesante. Con las principales fuerzas provinciales reorganizando sus espacios en el marco de la resolución de sus propias internas, la carrera electoral para la próxima gobernación  ha comenzado.


Aunque el reparto de bancas por partes iguales ha dejado un sabor amargo en el oficialismo provincial, el Frente Justicialista por Tucumán, en sus comicios fundacionales,  ha hecho  una muy buena elección en términos numéricos, y llegará a la próxima contienda en condición de favorito. La diferencia de 140 mil votos a su favor, ratifica al FJpT como el sello sucesorio del extinto FPV, en el  cual se aglutinará el justicialismo local con sus aliados, por lo menos hasta los próximos comicios.  Todavía resta esperar para saber si la fórmula Manzur –Jaldo aspirará a repetir el mandato, o si el Senador Alperovich bajará línea a su tropa para que avancen en el “Operativo Retorno”


Por el lado de Cambiemos para el Bicentenario,  el empate agónico ha revitalizado a los dirigentes que apostaron a permanecer en la alianza afín al Gobierno Nacional. Aún aquellos que han “jugado al quedo” en esta oportunidad, han salido bien parados gracias al recorte en la diferencia de votos obtenidos en relación a las PASO. Con una diferencia cercana a los 200.000 votos, luego de la oficialización de la salida de los legisladores Stella Maris Córdoba y Eduardo Bourlé, la pelea por la Gobernación 2019  parecía una batalla imposible para los aliancistas  encolumnados, hasta ahora, bajo la figura del ex Titular del Plan Belgrano, José Cano.



El PJ y su interna silenciosa


Los negadores de la interna latente en el Partido Justicialista provincial, tienden a señalar que la disminución del total de votos cosechados por el Frente Justicialista por Tucumán, se debe principalmente a que después de los resultados de las PASO, la dirigencia no pudo evitar caer en el clima triunfalista.  


Son pocos los que se animan a verbalizar lo que muchos piensan: Hubo algún dirigente influyente, que interesado en debilitar al binomio gubernamental, mandó a votar por Ricardo Bussi, el actual líder  de Fuerza Republicana, el espacio vinculado históricamente al difunto genocida.


Mientras los perucas más ortodoxos, acusan “traición”, y los menos pasionales argumentan “pases de factura”, también están aquellos que celebran con relativa complicidad eso que catalogan como  “una travesura territorial”, como si regalar una banca fuera una chiquilinada.


Salvando las disidencias, en algo coinciden las distintas visiones de los analistas de café: En ninguno de los casos, la disminución de votos se interpreta como una mutación en el comportamiento o las preferencias del electorado. Todos coinciden que hay un redireccionamiento discrecional y premeditado. 

Podrán ser lecturas desacertadas de los magos de la real política, pero en el aire que circula desde la sede del PJ hasta  la Casa de Gobierno, hay olor a “fuego amigo”.


Algo más que la “pata peronista” de Cambiemos


Después del ajustado triunfo que Cambiemos para el Bicentenario obtuvo en la ciudad capitalina en las últimas PASO, el intendente Germán Alfaro decidió jugar fuerte. Su apuesta a pleno, consistió en apuntar a retener simbólica y matemáticamente  la capital (ampliando el margen de diferencia sobre el PJ), y en lograr que su esposa, Beatriz Ávila, se asegurara su banca en la Cámara de Diputados de la Nación, durante los próximos 4 años.


Pero para el jefe municipal, la jugada no podría haber resultado mejor. Es que además de lograr sus “objetivos de mínima”, poniéndose al frente de la campaña (desde el preciso momento en que las apuestas daban como favorito  el “3 a 1 a favor del FJpT”), y adoptando un rol protagónico y confrontativo, Alfaro consiguió cimentar su proyección provincial consolidándose como un actor imprescindible en la coalición provincial vinculada al oficialismo nacional.


Mientras, en el plano de lo estrictamente local, los dirigentes vinculados al PJ provincial, no escatiman esfuerzos  en señalar a Alfaro como un traidor que sacó los pies del plato, el referente del Partido por la Justicia Social, se divierte osadamente poniendo en discusión el mismísimo plato del peronismo comarcano representado por el trinomio Manzur/Jaldo/Alperovich.


Concentrado ahora en estructurar su propio plato, el alcalde capitalino, continúa brindando contención en su palangana municipal, a los peronistas disidentes y al remanente de acuerdistas para el Bicentenario.


Más que la clave del éxito para acortar la distancia en esta elección, la peronización de Cambiemos para el Bicentenario, pareciera ser un camino que forzosamente deberán transitar los aliancistas. Probablemente el propio José Cano y el resto de la dirigencia provincial del PRO,  busquen su propio 17 de Octubre, se juren lealtad y terminen refrescándose las patitas en la fuente municipal de los deseos de gobernar Tucumán.


Es que con el resultado puesto, luego de su mascheraneada, Germán Alfaro no sólo se convirtió en héroe, si no que a la vista de los popes de Casa Rosada,  también se volvió rubio y de ojos claros. Por eso mismo, no resulta descabellado que en 2019, desde Buenos Aires, le pidan que vaya de candidato a Gobernador.


Hasta ahora, Alfaro se había mostrado reticente a inflar globos para cumpleaños ajenos. El resultado efectivo de su última táctica de acumulación, le ha dado margen suficiente para pensar si realmente en 2019 intentará dar el salto a la Gobernación, o si aspirará a consolidar lentamente su proyección  provincial para pelear la grande en 2023. Hoy, cree que en la próxima ¡Si se puede!