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Una mirada provinciana sobre las elecciones intermedias bonaerenes

OPINIÓN

Periodista y militante sindical, Martín Faciano analiza los comicios legislativos de Buenos Aires de cara a las presidenciales de 2019.


Si bien en términos numéricos, por su población, la Provincia de Buenos Aires representa casi el 40% del padrón electoral nacional, sus elecciones de medio término vienen siendo absolutamente sobrevaluadas durante el transcurso de la última década. Es que al margen de lo pintoresco que pueda resultar la pseudo interna con coqueteo incluido, entre la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su ex Ministro del Interior, Florencio Randazzo, los comicios legislativos nacionales de medio término en BA, en ningún caso (en el último tiempo) han sido indicador alguno de lo que pueda ocurrir a nivel nacional en las siguientes elecciones presidenciales.  

Aunque los respectivos triunfos, de Francisco de Narváez en 2009 y de Sergio Massa en 2013 nos hayan mostrado lo efímero que  pueden resultar en términos políticos las victorias electorales, todavía hay una gran cantidad de dirigentes de otras provincias que tienden a mirar el resultado de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires, como si el candidato que “ganara" en el conurbano tuviera asegurado el sillón de Rivadavia en un corto plazo. Quizás hasta los propios De Narváez y Massa creyeron lo mismo cuando se impusieron, lo cual se entiende perfectamente, ya que no es moco e pavo ganarle a las estructuras del oficialismo en el distrito electoral más importante del país. Pero los caminos de la política, no son lo que ellos pensaban, por eso mientras que el Colorado se convirtió rápidamente en un cadáver político, pareciera que la historia le hubiera reservado un lugar un poco más importante para el tigrense, ya que por algo hoy, todavía, por ahora,  se puede hablar de massismo. Ni hablar, que hace ya 10 años, que en este país se habla de cristinismo, como una fase superior del kirchnerismo.


El final es en donde partí

Cabe recordar, que el último caso de alguien que haya ganado las elecciones intermedias en Buenos Aires, para luego triunfar en las próximas presidenciales, fue justamente el de la precandidata por Unidad Ciudadana, cuando en 2005 venció a Hilda "Chiche" Duhalde. Pero ya, entrando en el terreno de la especulación y haciendo futurología (para eso estamos)  sería un error aseverar que en caso de que Cristina Fernández, viuda de Kirchner, obtuviera su banca ganando en el conurbano, estaría condenada a repetir la historia,  rompiendo ese supuesto nuevo maleficio que conlleva ganar las elecciones legislativas  intermedias.

El principal elemento diferenciador en relación a los casos anteriores, es que la ex mandataria tiene como objetivo retornar al centro del poder en 2019, un lugar que ella supo conocer muy bien, que De Narváez jamás conocerá, y al que Sergio Massa todavía no llegó nunca.


Los oficialismos no siempre juegan a ganar

Como si fueran un clásico amistoso, en las elecciones intermedias, los oficialismos bonaerenses, (como muchos oficialismos provinciales) suelen insinuar que apuestan fuerte, pero terminan jugando a media máquina. ¿Y esto en que se traduce? En que no se suelen habilitar demasiados recursos para que funcione la maquinaria electoral, porque sabido es que los dirigentes del territorio tienden a enguillar los fondos para usarlos cuando jueguen la suya. En caso de que el resultado electoral no resulte favorable, se obtiene la excusa perfecta para hacer algunos reajustes internos y fidelizar la estructura.

También cabe señalar, que muchas veces, estas elecciones son tomadas por la dirigencia como ensayos para medir tanto las lealtades como el manejo del aparato, el cual no siempre se mide tratando de recolectar la mayor cantidad de votos en favor de una fuerza, sino que a veces se apunta a mensurar la capacidad de influir  directamente, a través de diversas variables (como el corte de boleta) en la diferencia final  de votos entre las fuerzas que se presentan. Una mezcla de alquimia con prode electoral.


Pasito a Pasito

Aunque en este escenario, el posible y para nada sorpresivo arribo de la ex jefa a la Cámara Alta, resulte un paso obligado en su estrategia para volver al poder,  y aunque Cristina Fernández apueste a preservar y aumentar su capital político ostentando un liderazgo parlamentario, esto no significa que tenga asegurado el chancho de la presidencia 2019-2023. Mucho menos aventurándose a prescindir nuevamente del PJ. Lo que sí tendría asegurado, sería la posibilidad de  relucir su oratoria en cada sesión a través de los canales de TV (en un escenario que ya no serán solo las inmediaciones de Cómodo Py), de garantizarle a sus tropas la estable temperatura del microclima en el que los militantes se oxigenan, y, lo más importante, que tarde o temprano, algunos gobernadores empezarán a verla nuevamente con buenos ojos.

Mientras tanto, los mandatarios provinciales, aunque sigan jugando en la B, seguirán intentando reflotar su liga de gobernadores y de reestructurar el PJ nacional, con pretensiones de consolidarse como una alternativa de poder real capaz de prescindir de CFK. Por eso, en este esquema de dispersión de fuerzas, el triunfo de Cristina, no le resulta tan necesario al peronismo como la derrota de Cambiemos en todas las provincias.


Las derrotas de Cambiemos como silenciosos triunfos del PRO

Pero además del peronismo, quien verdaderamente pareciera necesitar de la mayor cantidad de derrotas posibles de Cambiemos en todos los distritos del país, es justamente el PRO: ese macrismo duro y puro, que viene quedando relegado en los armados de las listas, y que  en pos de consolidar su espacio propio, no tiene otra alternativa que intentar trabajar para alivianar esa carga, por momentos tan pesada, que le resultan los aliados estratégicos que le supieron dar cuerpo a la coalición que llevó a Mauricio Macri a la presidencia.

Hasta ahora, el macrismo ha dado sobradas muestras de no necesitar mayoría parlamentaria para sancionar las leyes que pretende sancionar, y ha declarado prescindible a todo el espectro dirigencial que conforma la Alianza Cambiemos. Así pareciera que el PRO pretendiera encaminarse en dirección a cumplir, ese desacertado y viejo anhelo de intentar construir una auténtica fuerza propia, lo cual podría llevar al macrismo a otro estadío. Tanta esa etapa superior del macrismo, como CFK apostando a un liderazgo parlamentario en constantes tensiones con el peronismo, prometen configurar un escenario político que resultará por lo menos novedoso e interesante. Habrá que ver también, si el Gobierno Nacional da un golpe de timón para corregir el rumbo económico, o si es que en 2019, el partido vecinal que entró a la presidencia por la ventana, se termina  yendo por la puerta de atrás.


Martín Faciano es periodista y militante sindical. Escribe para Gremiales Tucumanas.