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César González escapa a la imagen de "el criminal que pudo"

Cine

Cineasta, escritor y villero son la palabras que utiliza para definirse. Cesar, quien fue conocido como Camilo Blajaquis, visitó la provincia en dos días: "hay mucha gente que va a hacer turismo a la villa".




César González entra al anfiteatro del Centro Cultural Virla un paso más adelante que las autoridades que lo acompañaban. Mientras el ministro de Desarrollo Social, Gabriel Yedlin, saluda a la gente del público él se acomodaba en el escenario.  El joven que fue conocido con el pseidónimo de Camilo Blajaquis, sube por la escalera con una mochila sobre su saco azul. La deja a un costado y acomoda el micrófono mientras espera que el funcionario suba a presentarlo. Mientras, Yedlin habla el filma el auditorio lleno.

El auditorio está colmado por jóvenes tucumanos, entre los que se veía muchos militantes y activistas de diferentes agrupaciones políticas como Andhes, H.I.J.O.S., Libres del Sur y diversas ramas del peronismo. César empezó a hablar en un tono tranquilo, que a medida que avanza su alocución se va volviendo más pasional.

Su alocución dejó en claro que tiene una postura netamente política a la hora de pararse frente a la realidad que lo rodea.  “Cuando alguien se para y se va de los lugares en los que yo estoy hablando me pongo orgulloso porque quiere decir que logre interpelar a esa persona”, dice entre risas.


La presencia de ministros y figuras de peso del gobierno en el anfiteatro no le hicieron cambiar en nada su discurso crítico del rol del estado. “No digo nada nuevo si hablo de que hay mucha gente que va a hacer turismo a la villa”, dice César cuando habla de las campañas proselitistas que se realizan en los barrios periféricos.

César es bajo y de cuerpo delgado. Según el mismo cuenta su cuerpo está lleno de las cicatrices que le fue dejando la vida, en el invierno tucumano eso no se puede ver. Su mirada profunda evidencia su carácter reflexivo, las cosas que lo rodean se le hacen carne y moldean su mirada del mundo.

Nacido y criado en la Villa Carlos Gardel, en Morón, César con 28 años se define como cineasta, escritor y villero.  Años atrás y después de múltiples internaciones por consumo de droga, cayó preso a los 16 años, al verse involucrado en el secuestro de un empresario. Pasó cinco años dentro de diferentes instituciones penales de la provincia de Buenos Aires.


En su segundo año preso conoció a Patricio Montesano, un mago de prestigio internacional que fue a dar talleres al pabellón. Con él entabló una afectuosa relación al punto de generar un lazo de amistad más allá de sus clases. Patricio empezó a facilitarle material de lectura, en un principio de historia, luego le siguieron los filósofos e intelectuales que le dieron herramientas teóricas para comprender lo que lo rodeaba. “Los pibes entienden todo lo que les pasa, por lo general se los subestima pero aunque ellos no te citen autores entienden todo”, dice en el medio de la conferencia.

Mientras estuvo preso comenzó a escribir poesía como una forma de expresar todo lo que le pasaba en el encierro. Con el desprecio de las autoridades carcelarias pero el apoyo de Patricio y sus colegas siguió adelante. “El psicólogo de la cárcel se me rió en la cara cuando le lleve el primer poema, a ese mismo texto Pato me dijo que le parecía una genialidad”, recuerda. Probablemente este poema haya sido uno de los tantos poemas perdidos en sus traslados a otro penal o las requisas que le realizaban en la celda.

Hoy tiene publicados tres libros: “La venganza del cordero atado”, “Retórica al suspiro de queja” y “Crónica de una libertad condicional”. En ellos compila los poemas que realizó estando dentro y fuera de la cárcel. Algunos tienen como temática el encierro y la marginalidad, pero siempre busco salirse de ese encasillamiento abordando otros tópicos.

Una vez en libertad empezó a estudiar filosofía en la UBA. Dejó en cuarto año ya que se le hizo complicado aguantar ciertos posicionamientos de sus docentes. “Siento una fuerte admiración para aquellos que tienen la habilidad para dejar pasar los comentarios reaccionarios, yo no puedo”, dice en tono jocoso. El auditorio se ríe pero el se pone serio rápidamente: “un lugar que está hecho para generar un pensamiento nuevo como la universidad puede terminar siendo un lugar donde encontras pensamientos muy reaccionarios a los que nadie de enfrenta”.

“Ser un tipo culto e instruido no te garantiza tener una posición más humana”, afirma cuando empieza a hablar de su postura frente a la vida. “Mariano Grondona es un tipo muy formado pero todavía defiende a la dictadura, la sensibilidad social es algo que se lleva y se va moldeando pero hay gente que no la tiene”, concluye.  

“Yo vivo en tiempo presente”, afirma cuatro veces a lo largo de su disertación. Ya pasaron ocho años desde que está en libertad, lleva más tiempo afuera que dentro de prisión y sus experiencias lo han llevado a realizar nuevas cosas. “No me quiero quedar en ese lugar que los medios me querían ubicar, yo tengo más para contar que mi pasado”.

El joven le escapa a la imagen de “el criminal que pudo” que intentaron reflejar sobre su historia, esto le da una perspectiva meritocrata según su parecer. “La sociedad le exige al pibe pobre que se esfuerce y salga de la situación en la que lo pusieron, es sumamente hipócrita este pensamiento”, sostiene férreamente.

Cuando comenzó a escribir lo hizo bajo el seudónimo de Camilo Blajaquis. Que conforma un homenaje al revolucionario cubano Camilo Cienfuegos y al militante sindical Domingo Blajaquis, asesinado en Avellaneda en 1966, hecho relatado por el revolucionario periodista argentino Rodolfo Walsh en el libro “¿Quién mató a Rosendo?”.

Una vez finalizado el evento en el Virla muchos se acercaron a pedir que César les firme alguno de sus libros, muchos otros protestaban porque se agotaron rápidamente todos los ejemplares que había traído para la venta.

Al día siguiente, de la presentación proyectó una de sus películas en el “Ingenio Cultural”. Este espacio busca difundir las expresiones artísticas en un ámbito distinto a los otros centros culturales que posee la provincia. En un principio iba a proyectar “Diagnostico Esperanza”, finalmente terminó presentando “Exomologesis”.  Esta película no fue presentada oficialmente. “Recibí tanto cariño que me surgió mostrar algo nuevo”, dijo sobre el imprevisible cambio. El auditorio compuesto mayormente por estudiantes de cine recibió con agrado esta sorpresa.

“Exomologesis” cuenta la historia de personas que están en una situación de encierro, no muy clara, dentro de un departamento. Sometidos por una autoridad abusiva, de la que no se escapan aunque existe la posibilidad. Ambientada con poca escenografía y registrada en blanco y negro, la fuerza del film está en los diálogos.   

En sus dos primeros largometrajes abordó temáticas de la villa y la marginalidad. Su tercera película está pensada en clave filosófica, los espacios no están bien definidos  y hay muchos elementos que plantean más dudas que certezas dentro de la narrativa. “Si yo hacía una tercer película sobre la villa iba a quedar encasillado en eso, quiero demostrar que también puedo plantear algo bien político y filosófico”, dice en su intercambio con el público.

Los dos días de Cesar en Tucumán fueron  intensos. En sus visitas al barrio 128 viviendas y en el Hogar Roca, presentando su película o dando conferencias expuso una mirada política del arte que no es común escuchar: “No separo al arte de la vida”.

Sin ningún tipo de tapujos habló de su pasado pero se encargó de dejar en claro que todo lo importante es lo que está por delante.