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Estamos solas

OPINIÓN

Por Einath Apel

Fuck the cops. Ilustración de Adams Carvalho.


Cuando salimos de nuestras casas, estamos solas. En los últimos dos días, me informaron de dos intentos de secuestros de mujeres en Tucumán. A plena luz del día. Bah, como si para algún violador, secuestrador o asesino tuviera algún tipo de incidencia en sus hechos la luz. Como si la instalación de luminarias, como si llenar de reflectores la provincia, el país, dejarlo de día las 24 horas, fuese a solucionar algo. Como si la luz inhibiera la violencia, el acoso callejero, la tocada de culo, la puñalada en la panza en la plaza del barrio, el forcejeo para subirnos a un auto y llevarnos a donde nunca más nos encuentran.

Cuando nos gritan cosas en la calle, estamos solas. Solo nosotras sabemos el miedo, el asco, la bronca que nos genera un hombre (porque siempre son hombres, créannos) gritándonos asquerosidades. Si les contestamos, las locas somos nosotras. Si los intentamos denunciar, ¿adivinen? No va ni para adelante ni para atrás. El acoso callejero no es punible.

Cuando nos amenazan, estamos solas. No nos toman la denuncia. Si nos la toman, el violento queda libre. Si lo meten preso, lo largan a los dos días. Si no tenemos dónde vivir, nadie se hace cargo. Tenemos que quedarnos ahí, con el violento, lavándole las medias, esperando que hoy sea mejor, que mañana sea mejor, que no nos mate.

Cuando nos pegan, estamos solas. Nos preguntan qué hicimos, nos hacen creer que nos lo merecemos. Si nos toman la denuncia, lo dejan libre, no tenemos a dónde refugiarnos, queda libre y la rueda del infierno vuelve a empezar.

Cuando nos violan, estamos solas. Nos hacen pasar por cien estudios, muchos de ellos sin ningún tipo de tacto y obviando el estado de shock. Al violador la cana hace como si lo busca. Si lo busca y lo encuentra y la Justicia lo pone en cana, lo larga a los pocos años, cosa que pueda volver a violar tranquilo.

Cuando nos matan, estamos solas. Si nuestras familias no mueven cielo y tierra, la Fiscal no mueve un dedo, la cana no mueve un dedo, disponemos de la buena voluntad de los perros de los Bomberos que encuentran cuerpos, de una vecina, siempre es una vecina, que identifica al culpable y avisa y aun así la Gendarmería no quiere ir, no le cree.

Cuando estamos muertas, ahí nos acompañan. Hacen despliegues de seguridad, hablan los ministros, los presidentes, salen leyes, ponen cámaras, la Policía declara, la Justicia promete cadenas perpetuas que terminan siendo meses y libertades condicionales.

Estamos solas. Todo el día, todos los días, estamos solas. El Estado no está. La Justicia no está. Las leyes no están. La Policía no está. En el día a día: cuando nos secuestran, nos acosan, nos violan, nos matan, no hay nadie. Nos sueltan la mano para agarrar la manija del cajón.

Al final del día, no importa qué tanto exijamos.

Estamos solas.

Pero estamos juntas.