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Democracia inundada

En un demoledor Panorama Tucumano Guillermo Monti (13/3/15) desenmascaró la responsabilidad política detrás de la catástrofe de las inundaciones tucumanas. Este desastre ecológico no es ni un castigo celestial, ni es imputable a ningún ensañamiento de la naturaleza en contra de los tucumanos. Los causantes del desmadre de las aguas son humanos, demasiado humanos. “Como siempre –dice La Gaceta-, las explicaciones son científicas y terrenales. Cambio climático más desaprensión y/o negligencia que cargan los responsables de evitar que pase lo que está póasando”. El resultado de tanta mala praxis política es lapidario: las víctimas se quedan con la muerte, la enfermedad, el hambre y el desamparo y los victimarios se quedan con el obsceno enriquecimiento ilícito y la impunidad ante su accionar corrupto. Ante esto, no es cierto que todos los políticos sean corruptos e indolentes y tampoco es cierto que Alperovich sea ni el primero ni el único responsable de esta tragedia de la democracia inundada. Es bien sabido que nuestro gobernador actual (marzo 2015) dista de ser un estadista, “pero quienes lo precedieron –dice Monti- están cortados por la misma tijera. En ese sentido, nada diferencia a Alperovich de Riera, Domato, Ortega, Bussi o Miranda. Tampoco de (los “opositores”) Cano, Sacca o Casañas, quienes pretenden aparecer hoy con fórmulas salvadoras, como si hasta la semana pasada hubieran vivido en Suiza.” Visto así, el “Tucumán que viene” –nos gobiernen “oficialistas”, “opositores” o “cuasiopositores”- será el eterno retorno de la misma tragedia de la democracia inundada (en marzo de 2017, bajo la gobernación de Manzur, la democracia sigue inundada). Salvo que ocurra un milagro político… y que los que se candidatean para gobernarnos ganen nuestro nuestro voto. Y lo harán si se convierten de corazón para el noble ejercicio de la política al servicio del otro ¿Es una utopía o una ingenuidad pensar que los políticos abandonarán sus mañas y malas artes? Mientras algunos calculan cómo medrar políticamente a costa de la desgracia, otros escribimos cartas al director quejándonos de ello, pero hay otros que apuestan al sueño y a la utopía de encarnar el poder como servicio; “son muchos tucumanos (que) hacen política de la buena, la silenciosa, la que transforma y propone esperanza en plena marejada”, tal como cerró esperanzadoramente su columna Monti.