Top

Cómo ser gordo, negro y marica en la Argentina Pro

La lucha que se realizó en la última década se tiró por la borda en el último año.


Caminar a las 3 de la tarde en el verano tucumano -la hora de la misericordia-, por calle Salta y Santiago, puede ser complicado. Mis Zapatillas cosidas con hilo de caña, a manos de un zapatero, se derretían casi al tacto con la vereda. Pero, ¿qué iba a hacer? Si soy clase trabajadora y el bondi está más caro. O comés o viajás, y los gordos comemos.

Me dijeron que debiera esperar unos meses a que las cosas marchen mejor y aquí estoy, llevo año y meses esperando, tejiendo sueños en el aire con mi bolso de piel marrón. ¿Cuánto más hay que esperar para que me alcance el sueldo y comprar zapatillas nuevas? De esas con puntera de lona, las que te llevan solitas hasta un recital de rock o una sala de teatro y que también quedan lindas con saco.

En esta Argentina ser marica, gloriosa, refinada, empresaria, tapada, hincha de futbol, rubia, funcionaria del estado y trava de closet no es para todas. No es para mí, que elegí ser libre, que nací en democracia y me críe con un poster de la Selección del 86' en el comedor de casa. No, no señores, no es para mí, que soy gordo, negro, puto, pelado, admirador de la Negra Sosa y de las Madres de la plaza. No es para mí que sobreviví al uno a uno, que soy un poco coya, un poco gallega, un poco mandinga.

Los derechos que nos dieron, ahora no tienen ese sabor a victoria de años de lucha, ahora huelen a duda, digo a duda, digo a miedo. A miedo de las decisiones que se puedan tomar sobre nosotros en el país en el que vivimos ahora. Miedo a que ese “cabecita rubia”, padre de familia, portada de revista, publicidad de gaseosa importada, ese que dice que somos enfermos; decida tirar abajo las pocas leyes que nos amparan.

Sudor de la frente de las travas y las axilas de los gordos, somos pueblo, somos soberanas olvidadas por un estado que hoy nos desampara. “¡Vuelvan a la calle que es lo que mejor saben hacer!”, gritaba una vieja mientras se santiguaba por la ventana el día de la marcha del orgullo. Esta es la inclusión que tenemos, lo que se ha logrado el último año: una Argentina retrograda. ¿Alguien pensó que las que se prostituyen lo hacen porque no se crean puestos de trabajo para mujeres trans? ¿De qué estamos hablando si socialmente empujamos a las travestis a laburar en la calle?

Los pensamientos van y vienen. La cabeza me estalla de preguntas, de ideas, de los colores del arcoíris, todo esto solo en 15 cuadras al rayo del sol de febrero. ¿Estaré insolada?