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La investigación que desnuda el penal de Villa Urquiza por dentro

emergencia

El reportero gráfico Pablo Toranzo pasó ocho meses dentro de la cárcel para realizar un documento fotográfico, con datos que revelan la situación de emergencia en el penal tucumano.




El reportero gráfico Pablo Toranzo, tucumano de 38 años, investigó las condiciones en las que viven los internos dentro del penal de Villa Urquiza.
En los ocho meses que duró su reporteo dentro del cárcel (entre octubre de 2014 y mayo de 2015) Toranzo y su cámara alcanzaron la invisibilidad de una mosca entre los reclusos y guardiacárceles. 
Así pudo acceder a los datos y las fotografías que integran Tras la cuarta reja, el documento periodístico más completo que se haya publicado sobre Villa Urquiza. 
Los resultados de esta investigación fueron presentados en una muestra fotográfica a mediados del año pasado, en Tucumán. Y también están listos para ser impresos, aunque aún Toranzo continúa buscando el financiamiento.
Acá unos extractos del libro fotográfico Tras la cuarta reja: 
-La cárcel es un lugar donde la muerte reina. Durante los ocho meses que estuve circulando dentro de las Unidades del Penal fallecieron nueve internos, ocho por peleas y uno por suicidio (ahorcado).
-La desinversión edilicia, laboral, sanitaria y humana derrumba al penal cada día un poco más.
-Los guardias conviven en un ambiente donde se desarrollan, crecen en número y se potencian enfermedades como la tuberculosis, HIV y sífilis en distinto grado.
-La inversión en recursos humanos idóneos y capacitación del personal, así como el aporte de fondos para intentar una correcta resociabilización de las personas allí alojadas son casi inexistentes. En términos de capital humano, esta ausencia se nota sobre todo en el grupo de suboficiales.
- Dentro de los pabellones las cloacas revientan o se obstruyen diariamente. Los internos designados para destrabar las cloacas están permanentemente abocados a las tareas de reparación. La materia fecal se mezcla con el agua, desborda los baños e inunda gran parte del pabellón, llegando en algunos momentos a la rotonda de la guardia. 
-Luego de dejar que aquella deslumbrante y destruida estructura me sorprenda, la imagen que quedó grabada en mis retinas fue la de una población de casi 600 internos encerrados entre rejas, dentro de dos enormes pabellones. La gran mayoría, algunos de ellos todo el tiempo y otros en forma eventual, estaban drogados. 
-El consumo de drogas de todo tipo, legales e ilegales, se convierte en un abrumador espectáculo donde nadie se esconde para consumirlas o mostrarse bajo los efectos de las mismas. 
-Jóvenes que pasan gran parte de su tiempo sin tareas reales de ningún tipo, encerrados en los pabellones consumiendo pajarito. Bebida que se consume dentro del pabellón, puede ser alcohólica o no. Por lo general es algún jugo o gaseosa mezclada con una gran cantidad de pastillas (psicofármacos). De ser hecho con bebida alcohólica estas son de fabricación artesanal en la que se deja fermentar fruta y en ese proceso de fermentación las azucares naturales se transforman químicamente en alcohol. 
-Tanto los guardias como los internos replican frases como “cuanta más droga circule dentro del penal, más fácil es controlar a los internos”.
-Entre nueve y cinco son los efectivos encargados de custodiar aproximadamente 600 internos
-Más allá de esperar que esta obra sea analizada con rigor y respeto, espero que no caiga dentro de preconceptos y prejuicios con respecto al tema abordado. Espero que mi trabajo sirva para mostrar y dar a conocer la infinita diversidad de situaciones que se viven dentro de las unidades de los penales tucumanos.
La historia de cómo Toranzo logró camuflarse en el penal para lograr este trabajo periodístico fue retratada por la publicación digital Tucumán Zeta.

El reportero gráfico Pablo Toranzo, tucumano de 38 años, investigó las condiciones en las que viven los internos dentro del penal de Villa Urquiza.

En los ocho meses que duró su reporteo dentro del cárcel (entre octubre de 2014 y mayo de 2015) Toranzo y su cámara alcanzaron la invisibilidad de una mosca entre los reclusos y guardiacárceles.

Así pudo acceder a los datos y a las fotografías que integran Tras la cuarta reja, el documento periodístico más completo que se haya publicado sobre Villa Urquiza.

Los resultados de esta investigación fueron presentados en una muestra fotográfica a mediados del año pasado, en Tucumán. Y también están listos para ser impresos, aunque aún Toranzo continúa buscando el financiamiento.


Acá unos extractos del libro fotográfico Tras la cuarta reja: 



-La cárcel es un lugar donde la muerte reina. Durante los ocho meses que estuve circulando dentro de las Unidades del Penal fallecieron nueve internos, ocho por peleas y uno por suicidio (ahorcado).

-La desinversión edilicia, laboral, sanitaria y humana derrumba al penal cada día un poco más.

-Los guardias conviven en un ambiente donde se desarrollan, crecen en número y se potencian enfermedades como la tuberculosis, HIV y sífilis en distinto grado.



-La inversión en recursos humanos idóneos y capacitación del personal, así como el aporte de fondos para intentar una correcta resociabilización de las personas allí alojadas son casi inexistentes. En términos de capital humano, esta ausencia se nota sobre todo en el grupo de suboficiales.

- Dentro de los pabellones las cloacas revientan o se obstruyen diariamente. Los internos designados para destrabar las cloacas están permanentemente abocados a las tareas de destranque. La materia fecal se mezcla con el agua, desborda los baños e inunda gran parte del pabellón, llegando en algunos momentos a la rotonda de la guardia. 

-Luego de dejar que aquella deslumbrante y destruida estructura me sorprenda, la imagen que quedó grabada en mis retinas fue la de una población de casi 600 internos encerrados entre rejas, dentro de dos enormes pabellones. La gran mayoría, algunos de ellos todo el tiempo y otros en forma eventual, estaban drogados



-El consumo de drogas de todo tipo, legales e ilegales, se convierte en un abrumador espectáculo donde nadie se esconde para consumirlas o mostrarse bajo los efectos de las mismas. 

-Jóvenes que pasan gran parte de su tiempo sin tareas reales de ningún tipo, encerrados en los pabellones consumiendo "pajarito", una bebida que se consume dentro del pabellón, puede ser alcohólica o no. Por lo general es algún jugo o gaseosa mezclada con una gran cantidad de psicofármacos.

-Tanto los guardias como los internos replican frases como “cuanta más droga circule dentro del penal, más fácil es controlar a los internos”.



-Entre nueve y cinco son los efectivos encargados de custodiar aproximadamente 600 internos.

-La cárcel no está incluida como una herramienta de seguridad dentro del gobierno, sino como un mero inodoro de gente. Tarde o temprano los reclusos vuelven a la calle y te volvés a encontrar con todo lo negativo que tiene esa persona, pero potenciado luego de haber estado ahí dentro.

-Más allá de esperar que esta obra sea analizada con rigor y respeto, espero que no caiga dentro de preconceptos y prejuicios con respecto al tema abordado. Espero que mi trabajo sirva para mostrar y dar a conocer la infinita diversidad de situaciones que se viven dentro de las unidades de los penales tucumanos.




La historia de cómo Toranzo logró camuflarse en el penal para lograr este trabajo periodístico fue retratada por la publicación digital Tucumán Zeta, en la crónica Un puntazo en Villa Urquiza. Y acá se puede ver el portfolio completo de la producción de Toranzo.