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Rocío Fernández: "Si hay algo que falla en Tucumán es la conciencia ambiental"

Voluntariado

Durante 2016, esta biotecnóloga graduada en la UNT asumió el desafío de reunir a todas las agrupaciones que buscan generar conciencia sobre la necesidad de separar residuos en una ciudad que produce 700 toneladas diarias de basura

Rocío en la redacción de El Tucumano





Cuando Rocío Fernández habla sobre la problemática medioambiental en Tucumán se puede advertir que conoce mucho del tema, que el desafío para las nuevas generaciones es grande y que el entusiasmo por aportar soluciones supera cualquier obstáculo, en especial si se trata de la basura, ese problema que siempre está pero que nadie quiere ver ni lo siente como propio.

Rocío visitó la redacción de El Tucumano en las horas previas al MegaEcoCanje que se realizó en plaza Independencia, en donde voluntarios de las agrupaciones ambientalistas nucleados en la plataforma “Tucumán Sostenible” lograron reunir dos camionadas de residuos reciclables que podrán ser reutilizados por empresas que compran la materia prima para darle un segundo uso al vidrio, al plástico y al cartón.

“Si se separa, no es basura”, repite como un axioma esta salteña que llegó a Tucumán hace algunos años para estudiar Biotecnología y luego especializarse en Gestión y Calidad Ambiental. Después de estudiar en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y trabajar en diferentes empresas privadas de la Provincia y de Catamarca, Rocío internalizó que una sociedad puede ser sostenible si los esfuerzos de los distintos sectores se coordinan.

Junto con ese aprendizaje, a fines de 2015 llegó una invitación que no pudo desechar: Mauricio García, presidente de la Cámara Internacional de Jóvenes (JCI, por sus siglas en inglés) la invitó a formar parte de esa organización para tomar la posta de un proyecto ambiental. Por ese entonces, distintos relevamientos que habían realizado advertían que la basura era percibida como un auténtico problema en Tucumán.

Fiel a su espíritu entusiasta y emprendedor, propios de sus treinta y pocos, no dudó: aceptó el desafío de reunir en una misma plataforma a las distintas agrupaciones de ambientalistas que venían trabajando en el mismo sentido pero sin conseguir los resultados esperados.

En mayo de 2016, mediante un convenio, se fundó “Tucumán Sostenible”, el proyecto de JCI coordinado por Rocío, que logró nuclear a más de 20 organizaciones ambientalistas para encarar acciones que ataquen el problema de la basura desde la raíz y en toda su complejidad. En el año del Bicentenario, un motor se puso en movimiento y tiene la fuerza de quienes saben que es imperioso pensar en las próximas generaciones.


“Hay una realidad que comprendí: si no cambiamos nuestros hábitos de consumo, en el 2030 no vamos a tener planeta donde vivir. Esta es una verdad que debe ser comunicada”, dice convencida

La profesional de la UNT destaca que la propuesta de “Tucumán Sostenible” reúne a los tres eslabones necesarios: el Estado, las empresas privadas y las ONGs. “Mi idea siempre es fusionar, que nos sumemos y sigamos trabajando para adelante”, sostiene, aunque no es necesario que lo haga explícito para saber que verdaderamente ese es el espíritu que la mueve. 

“Afortunadamente, la Provincia y el municipio ya estaban pensando en alternativas para la problemática de la basura en Tucumán cuando lanzamos la plataforma”, revela Rocío, quien cree fervientemente en la democracia participativa, es decir, en que los ciudadanos intervengan activamente en aquellos aspectos de la realidad con los que no están conformes.

Un ejemplo en este sentido es lo que sucedió con URBAL, el programa ambiental gestionado por el municipio capitalino con fondos de la Unión Europea. El objetivo era dar una solución definitiva al tema de la basura a San Miguel de Tucumán en el Bicentenario. Pero en 2013 se dejaron de producir datos por múltiples razones y, llegado el año de las celebraciones, no hubo resultados que mostrar.

Sin embargo, la acción de los ambientalistas ya estaba en marcha y el Estado retomó la iniciativa con el impulso de los voluntarios que gestionan, en paralelo a sus trabajos y muchas veces contrarreloj, acciones que tienden a concientizar y mejorar la calidad de vida en la ciudad en la que viven más de 600 mil tucumanos que producen entre 500 y 700 toneladas diarias de residuos.  

La basura como salida laboral

La pregunta se escucha dura, pero la respuesta de Rocío es contundente. ¿Se puede vivir de la basura? –“Si, si hay organización”, asevera. De un tiempo a esta parte cada vez son más las familias de La Costanera que trabajan en la recolección y clasificación de los residuos para su posterior comercialización a empresas radicadas fuera de la provincia.

“Los cartoneros cada vez están más organizados. A la noche cada familia trabaja en una zona del centro, donde forman pilas de material que luego llevan a los contenedores de colores que se encuentran en la sede de Higiene Urbana, en Alberdi al 200. Luego, la Municipalidad les brinda la logística para trasladar ese material a la planta de procesamiento de La Costanera, donde se lo prepara adecuadamente para luego comercializarlo”, informó, no sin antes aclarar que se está trabajando para formalizar a los operadores de residuos en una cooperativa.  


En la Capital también hay un emprendimiento privado que realiza este trabajo desde hace más 10 años. “Son los primeros que vieron en Tucumán que el material separado tenía valor”, agrega. La especialista en gestión sostiene que lo ideal sería cerrar el círculo sostenible en la Provincia, lo que implicaría que el Estado, empresas o cooperativas fabriquen productos a partir del descarte.

“De esa manera se cerraría el circuito y toda la ganancia quedaría aquí. Fabricar una caja de cartón a partir de otra caja es mucha más económico que hacerlo a partir de un árbol”, grafica y se ilusiona con todas las industrias que podrían beneficiarse, desde la cítricola hasta la de las frutillas y arándanos para exportación.    

Reciclar, ¿para qué?

Los ecocanjes en los cuales los vecinos entregan residuos reciclables a cambio de plantines florales tienen un objetivo: concientizar sobre la necesidad de separar los materiales para luego poder comercializarlos. Así se evita que material que puede tener un segundo uso vaya a parar a Overo Pozo, donde quedan sepultados los desechos de San Miguel de TucumánYerba BuenaTafí ViejoBanda del Río SalíAlderetes y Las Talitas.

Rocío dice que el terreno ubicado a 10 minutos del centro de la ciudad ofrece condiciones inmejorables para un relleno sanitario, el tratamiento que la mayoría de las ciudades del mundo le da a la basura. Pero hay un problema grande: el predio es chico.

“El inconveniente principal es que una celda pensada para recibir residuos durante cinco años, se satura a los dos. Entonces hay que construir una nueva, lo que implica altísimos costos. Cuando este terreno se sature, como ocurrió con Pacará Pintado, habrá que buscar otro, que tal vez no ofrezca las mismas condiciones”, explicó.


De allí surge la necesidad de generar menos residuos, en primer término y separarlos, en segundo. ¿Pero cómo hacerlo? Para la voluntaria, hay que revisar nuestras conductas como consumidores, por ejemplo, comprando productos con menos envoltorio. Y volver a los orígenes.

"En todo el mundo se está hablando de cultivar huertas con frutas, verduras y especies. Es necesario organizarse en las comunidades, de la misma manera en la que lo hacían los Incas: un sistema solidario en el que todos sembraban y cosechaban lo que comían”, propone. 

Ambientalistas en ebullición

“Si hay algo que falla en Tucumán es la conciencia ambiental. Por eso tenemos una ardua tarea por delante para que a los ciudadanos no les dé lo mismo tirar la basura al piso, en un cesto o en el contenedor de color”, apunta Rocío quien revela que en 2017 no estará más al frente del Tucumán Sostenible –los cargos duran solamente un año-pero que continuará trabajando en la organización como una voluntaria más.

Bicisendas, huertas urbanas y más trabajo en reciclaje son algunos de sus objetivos. Por lo pronto, su balance de fin de año es más que positivo: el ambientalismo en Tucumán tiene sólidos cimientos y, según sus propias palabras, “está en ebullición”.